El bandoneonista Dino Saluzzi actuará en el cierre de la jornada de la Calle Recreativa denominada Camino de la Tierra. El artista salteño tocará junto a su grupo hoy, a las 19, en el Monumento Nacional a la Bandera, con entrada libre y gratuita.
El bandoneonista Dino Saluzzi actuará en el cierre de la jornada de la Calle Recreativa denominada Camino de la Tierra. El artista salteño tocará junto a su grupo hoy, a las 19, en el Monumento Nacional a la Bandera, con entrada libre y gratuita.
El artista nacido hace más de 70 años en Campo Santo, Salta, incorporó desde niño la música de la tierra tocada por su padre, Cayetano Saluzzi, y por creadores como Gustavo "Cuchi" Leguizamón. Luego el tango se sumó a su bagaje de conocimientos y recibió influencias de Francisco de Caro, Agustín Bardi y el rosarino Antonio Ríos, entre otros. "¡Uuuuuuuuuh! ¡Antonio Ríos....! Uno de mis maestros, del cual aprendí mucho", exclamó el músico en un diálogo que mantuvo con Escenario.
Dueño de una modestia que pretende ocultar sin éxito su enorme talento, el veterano bandoneonista transita los caminos de la síntesis y se declara un abierto defensor de la música hecha desde el alma.
-Antonio Ríos creó una escuela bandoneonística rosarina reconocida por Astor Piazzolla y por usted, entre tantos otros.
-Pero cuando decimos Argentina no hay ciudades, se trata de la historia cultural de un país. Si usted camina por ejemplo por las calles de Amsterdam y ve la bandera argentina, mira los símbolos patrios, usted recuerda. Pero después escucha la obra de Gardel que dice "Lejana tierra mía, de mis amores....", y a usted se le cae una lágrima. Ese es el verdadero valor. Lo demás, incluso el deporte, es completamente efímero, no tiene el peso del mensaje espiritual que transmite esa música.
-¿Recuerda su primera actuación en Campo Santo?
-Tengo los recuerdos que tenemos todos y quedan grabados para siempre. Esa es la pertenencia. Lo que decía Homero Manzi: "El verdadero milagro es la evocación". Gracias a eso estamos vivos.
-¿Eso aparece en su trabajo?
-Aparece siempre que agarro el bandonéon. No escucho los aplausos y me conecto con esas cosas misteriosas que están olvidadas porque hemos sufrido un ataque que destruyó el acervo popular argentino.
-¿Qué distancias hay entre lo clásico y lo popular?
-No hay distancia artística. Es la discusión que mantengo actualmente que estoy escribiendo unos ensayos con respecto a la música clásica y a la música que llaman popular. La diferencia es que las dos pueden estar mal tocadas, pueden estar en manos de gente que no ha comprendido bien qué significa ese terreno musical donde usted no puede mentir. No se puede mentir ahí: o es o no es.
-¿El Cuchi Leguizamón podría tocar hoy en Alemania?
-Eso depende. En eso hay que tener mucho cuidado, porque existe también la complicidad del recuerdo de la infancia y existe también la preparación de uno como receptor.
-¿El hombre que toca un instrumento es, a la vez, instrumento de una fuerza superior?
-Exactamente. Así es. Y en tanto no se entienda eso, uno no está verdaderamente comprometido con la cosa. Por eso algunos se hacen ricos usando esas cosas. Hoy estamos en esta cosa tan amarga y oscura que es el éxito.
-Sin embargo el éxito termina devorándose al exitoso.
-Exactamente. En la radio, durante meses y años, se escucha música destructiva. Eso es traicionar el propio ser; el conjunto de lo que llamamos patria y es traicionar espiritualemente a la fuerza inmensa que nos manda, que es la naturaleza. Es muy profundo y no se puede explicar en pocas palabras, porque lo que trato de explicar es el misterio del arte. Tampoco me gusta llamarlo arte: es el misterio de la espiritualidad.
-Raúl Barboza también suele aludir a esas fuerzas superiores y misteriosas.
-Un músico tiene que conocer el contrapunto, la tímbrica, la orquestación. Después recién empieza a entender el valor de lo que está haciendo. No puedo comprender la antinomia tango-folclore
-Son dos manifestaciones genuinas que nos representan
-Es el alma, no solamente del argentino, sino de la tierra de uno. Las fronteras no son tan importantes como la vida misma. Importan en la organización política y todo eso que fracasa eternamente. La espiritualidad no ha fracasado nunca.
-¿Qué opina de las experimentaciones que se hacen con la música popular?
-Tomé parte en alguna de estas cosas tan extrañas que están pasando ahora. No me siento culpable porque son experiencia útiles para saber el vardadero valor de las cosas. La mecanización perjudica muchísimo porque todo es rítmico y cuadrado y en la cuadratura hay muchos que se esconden en las esquinas del cuadrado (risas). En el círculo no se puede esconder nadie.