“Yo era una desacatada”, dice Dani Lesté y se le ilumina la cara con una carcajada, como si se sorprendiera por lo que acaba de decir. La sorpresa, para el caso, es la música de Dani Lesté. Un puñado de canciones de autora atravesadas por influencias que van desde Liliana Vitale y Lisandro Aristimuño sumadas a un pincelazo de música balcánica marca Kusturica y ese aire litoraleño, pero con perfume de fusión, claro. Dani Lesté y La Bandurria, una orquesta de cuerdas que viste esas canciones con su mejor traje, tocan hoy, a las 20, en la Terraza de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) para presentar “Iala”, su primer disco de estudio, disfrutable desde el tema uno hasta el último acorde.
Dani recibe a La Capital en su casa, con distanciamiento, barbijo y dos mates. Pese a la escena protocolar y al respetuoso no tuteo del comienzo de la charla, al toque le sale la simpleza de esa chica rafaelina, que le gustaba el rock y el blues, que tocaba la guitarra desde los 13 años y que para cierta gente del pueblo no era la destinataria de los mejores elogios.
“Yo era la rockerita drogadicta para ellos y en ese entonces ni sabía lo que era un porro. Y ahora estoy acá, y siento que esa lucha nunca la dejé. Hay que tener estrategia, no negociar ni venderte, hay que seguir adelante con lo que una hace y que tu música viaje más que vos, ese es el sueño”, dice Dani, quien también genera empatía al poner play en su disco “Iala”.
“Iala” significa “dale, seguí”, y remite a la voz de su abuela sirio libanesa, quien sale cantando una parte del Corán en este disco, gracias a una vieja grabación en casete que desde muy niña hizo en su pueblo natal.
En las 9 canciones del disco hay historias que tienen a la pasión como hilo conductor y cierta declaración de principios: algún amor perdido (“Jardín en flor”); un guiño a la naturaleza (“Gorrión); un rechazo a las nuevas tecnologías (“La no contestación”); ese campo de la infancia con pulso sojero (“Oro verde”) y el cuento que escuchó de niña y nunca olvidó (“Reno gris”).
Su fascinación por la poesía de Néstor Perlongher la tentó a escribir joyitas como “En el cuerpo”, con el que abre el disco, cuando sobre una base folclórica, con un piano y flauta de fondo, habla de “palabras que quedan enredadas en el cuerpo” y confiesa: “Siento la libertad hablando en silencio al temor”.
"En el cuerpo" Dani Lésté y La Bandurria
Por ese universo estético pasa la obra de Dani Lesté, en la que conviven las melodías alegres con otras en las que se ven ciertas cicatrices. “En mi haber tengo todo ese sufrimiento de venir de una familia de inmigrantes. Esa carga emocional está en el canto, tengo un linaje muy pesado dentro mío”, dirá mate de por medio.
Tan rockera como tanguera, Dani pasó de ser integrante de una banda de funk como Kunyaza a ser coach vocal y formar parte del ciclo “Nuevas compositoras de tango rosarinas”. También fue integrante del Quinteto Madreselva, con el cual realizó una gira por el Uruguay con motivo del Primer Encuentro de Mujeres y Disidencias en el Tango. Junto a La Bandurria, un combo mágico de vientos, cuerdas y percusión, viene de grabar el EP “Floricanto”, que precedió este primer trabajo discográfico “Iala” al que define como “más profesional”. Y va por más.
—¿Sentís que toda esa información que cosechaste en todo tu camino artístico se plasmó en “Iala” para definir tu verdadera identidad?
—No sé, qué difícil es pensarlo así, una de las cosas que estoy buscando es la identidad. Lo que te puedo decir es que este es el paisaje sonoro que quería darle a mis canciones. Busqué mucho en este disco para llegar a este paisaje. “Iala” me representa, siento que tiene algo mío y lo disfruto. No sé si queda acá, creo que no, porque sigo, me alimenta la búsqueda.
—¿Qué te genera cuando escuchás que un trap o un reggaeton tienen más likes que tus canciones?
—Por un lado entiendo que hay una generación nueva que tiene códigos distintos, como el trap, después Nathy Peluso y Nicki Nicole me gustan, pero hay otros que no los entiendo, no los comparto pero los respeto. Son cosas distintas que no se pueden comparar, una va por la moda y el lenguaje nuevo y otra va por este, hay muchos artistas por el lado que voy yo también, como Luciana Jury, o en Rosario Julián Venegas y Julián Rossi. Hablando con Dani Pérez, de Sucesores de la Bestia, me dijo que hay un punto en el que es incierta la forma en que se puede atraer al público haciendo lo que ama, ahí está la dicotomía.
—¿Cuál sería la otra opción?
—Y...una hace la música para que le guste a la gente o hace algo para que sienta lo que una sintió cuando lo hizo. Una tiene que pensar en el otro porque es un compromiso hacer música, pero no te podés quedar en eso, en vender por vender, porque para eso hacés jingles o un producto comercial. Sé que nunca tendré los likes de la gente que suena hoy en las radios y en las redes, pero nunca tenemos que dejar de sentir que lo que una hace lo podés defender y se puede llevar como bandera.