“El agente topo” es un claro ejemplo de las películas que toman vuelo propio más allá del proyecto original. La realizadora Maite Alberdi encaró este trabajo en plan de investigación cuasi policial. Es que la hija de una anciana internada en un geriátrico sospechaba que su mamá era maltratada en ese hogar. La directora entró con las cámaras a ese lugar con la excusa de que estaba filmando una película documental sobre la ancianidad, pero en verdad utilizó ese recurso para que el agente topo del título realizara una tarea detectivesca para ver cómo atendían a esa anciana y si la sospecha de aquella mujer era cierta. La filmación fue revelando que la denuncia carecía de peso y lo que sí afloraba en las imágenes y los diálogos era la soledad y el abandono que sufre la gente de la tercera edad por parte de sus hijos y nietos. “El agente topo” resulta ser un documental con mucho de ficción, que transita entre el drama y ciertos giros de comedia, y que no oculta situaciones de desolación y tristeza. La estrella de esta producción chilena es Sergio Chamy, un hombre de 83 años que por la necesidad de trabajar y de procesar lo más rápido posible el duelo de su esposa acepta el desafío de internarse tres meses en el geriátrico para hacer de detective. Hay una escena lograda que tiene un giro a los policiales negros en clave Raymond Chandler, con guiños a los inspectores de pipa y sobretodo más la clásica persiana americana. Esa situación descomprime tanto como el casting a pseudo detectives, en que se ve cómo los postulantes aceptan cualquier cosa con tal de conseguir un puesto laboral y es claro que no saben nada de investigación y mucho menos de la tecnología básica para filmar un video en un teléfono celular. Sergio será el elegido y muy pronto enamorará a todas en el geriátrico, especialmente a una que le ofrece ser su compañera y él se las ingeniará para desistir de la propuesta porque tiene aún a su esposa “en la mente y en el corazón”. Hay algunas escenas que rozan el golpe bajo dramático y hubiese sido más potable eliminarlas, sobre todo la que refiere al velatorio de una paciente. Pese a eso la película es una mirada cruel y real de la ancianidad, y bien vale verla para así reflexionar sobre los viejitos y viejitas que tanto amamos y aún tenemos cerca.