Christophe Krywonis, el cocinero francés que conquistó a los argentinos con sus apariciones en “Masterchef” y “Bake Off”, entre otros programas exitosos, regresó a la televisión de la mano de “Parrilleros”, un desafío gastronómico que en cada capítulo busca al mejor asador o asadora de diferentes localidades del país. El ciclo, que va los domingos a las 21.30 por la señal Space, consta de 12 episodios con un total de 24 parrilleros amateurs, y ya tuvo sus versiones en México y en Chile.
“La cultura que une al argentino con la carne es muy grande, es una religión”, aseguró el famoso chef en diálogo con Télam. “Antes de que existiera internet estaban los libros de cocina, y en Francia, de donde soy yo pero creo que aquí también, los libros más vendidos son los de cocina. Creo que a la gente le gusta cocinar y le gusta mucho la comida porque son cosas que tocan un punto emocional”, arriesgó Christophe en relación a este nuevo proyecto televisivo en particular, pero también a tantos realities culinarios que pueblan la tevé con especial suceso en los últimos años.
Para el cocinero, “Parrilleros” es lo más nuevo en una ya extensa lista de envíos en los que supo sacarle provecho al perfil de “jurado malo”: antes fue protagonista de “Masterchef”, “Masterchef Junior”, “Bake Off Argentina, el gran pastelero”, “Dueños de la cocina”, “Familias frente a frente” y “Pesadilla en la cocina”. Este último fue una adaptación del programa homónimo presentado por el británico Gordon Ramsay, el indiscutido mejor representante mundial de la estirpe de dictadores de las hornallas.
Sin embargo, en “Parrilleros” Christophe es jurado y también participante. En cada uno de los episodios viaja a un destino distinto de la geografía argentina, explora los destacados de la gastronomía local y además oficia de árbitro entre dos asadores. El que demuestre ser el mejor vuelve a ponerse delante de los fierros de la parrilla en un segundo desafío, esta vez con Krywonis como oponente.
En el primer capítulo que se emitió el domingo, Christophe recorrió la ciudad bonaerense de Mercedes, cuna de los chacinados y del salame quintero, y el pueblo gastronómico de Tomás Jofré, por lo que la disputa tuvo como principales protagonistas al chorizo, la morcilla y las achuras.
—La mayoría disfruta de un buen asado pero no cualquiera se encarga de hacerlo. ¿Vos cómo te llevás con las brasas?
—Me llevo bien, pero tuve que aprender. Llevo 32 años viviendo en Argentina. La Argentina es tierra de inmigrantes y yo, como tal, me reivindico como inmigrante de primera generación. Vine a conocer un país, su tradición culinaria, me instalé y aquí conocí cómo cocinar a las brasas. Era nuevo para mí. Desde el inicio tuve que aprender a hacer todo: elegir las carnes, saber prender el fuego, mantener la llama. Recuerdo que era cocinero de la embajada de los Estados Unidos y un jardinero me enseñó a prender las brasas. Yo amo cocinar, y las brasas para mí, más allá de la tecnología que invaden las cocinas, son la mejor calidad de cocción que existe.
—Después de tantos años en el país, ¿entendiste por qué el asado forma una parte tan fundamental de la identidad argentina?
—El asado está ligado a la historia del país, a la conquista de la zona pampeana. Traían una vaca, la faenaban y la comían en el momento, y luego seguían su camino. Luego, la modernización de la ganadería con la genética, y con la importancia de las pasturas de Argentina que son inmensas y daban lugar a poder producir una carne de calidad en gran abundancia, hicieron que sea un alimento muy accesible para todos. Incluso entiendo que a los obreros de campo les corresponde un kilo de carne por día por persona, lo que habla de la cultura de la carne en este país.
—¿Pero por qué se lo vive de una forma tan visceral?
—Es que la cultura que une al argentino con la carne es muy grande, es casi una religión. No siempre cocinan la carne como corresponde ¿eh? Eso lo quiero remarcar. Pero sí producen una de las mejores carnes, sin dudas. Sin embargo, yo creo que el toque argentino va más allá: está el fuego, la reunión, la comunión del momento. Y eso se traduce en la tradición moderna de las ciudades con el asado del domingo, cuando se junta la gente alrededor del fuego para comer.
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Achuras y chorizos, un clásico argentino.
—¿Qué caracteriza al asado argentino?
—Varía mucho según las regiones, pero en sí el corte del asado, el costillar, es único, nunca igualado. Yo viajo mucho, y no sé si es por la carne solamente, o también por la mano, pero es único. Es un corte que si se pasa y está seco no se puede comer. Después por supuesto está el chorizo argentino, que no puede faltar.
—¿Qué valorás en “Parrilleros” cuando te toca juzgar el trabajo de los participantes?
—Yo no puedo olvidar que soy cocinero, pero decidí cocinar a la par del que fuera el mejor cocinero a mi criterio. Por ejemplo, en el primer capítulo hay un chorizo que está muy lindo, muy bien presentado, pero no estaba tan rico como el del contrincante. El desafío es no ir a lo seguro, voy buscando a quien cocina mejor para enfrentarme a un rival digno.
—¿Por qué creés que funcionan tan bien los realities de cocina?
—Me acuerdo hace años, cuando estaba en “Masterchef”, y me crucé con una señora de Mar del Plata que me contó que tenía muchos problemas, pero que después de ver el programa el lunes a la noche compraba una media docena de huevos y 100 gramos de jamón, y eso era la cena para ellos. Ella cocinaba y los tres hijos se sentaban y hacían de jurado para ver quién era “el mejor Christophe”, imitándome. Yo creo que la gente se identifica porque es algo que puede hacer en su casa, no es como en “Bailando por un sueño”, que son participantes que hacen algo que no todos pueden. Cocinar sí; si te gusta cocinar podés hacer un plato maravilloso con muy pocos elementos.
Parrilleros Space Argentina