Cuatro niños de 5º grado van a tomar la comunión y comienzan a hacerse preguntas sobre la Iglesia, los pecados capitales, la sexualidad. Las respuestas la van a ofrecer, o no, los "Chicos católicos, apostólicos y romanos", la obra que se presenta hoy, a las 20, en el Auditorio Fundación (Mitre 754). Con la presencia de Juan Guilera, Nicolás Maiques, Juan Paya, Emiliano Santa Cruz y Agustín Sierra, la puesta dirigida por Carlos Kaspar llega por primera vez a la ciudad luego de siete temporadas exitosas. "La obra es de entretenimiento, no propone moralizar o evangelizar a nadie", dijo Kaspar a Escenario.
—Llegan a Rosario tras siete temporadas consecutivas, ¿qué explica tanta respuesta en el público?
—Yo creo que la obra tiene varios factores: un elenco de chicos jóvenes que le ponen mucha garra, humor y pimienta a lo que hacen; que actualizamos la obra continuamente, sin perder la esencia, lo que hace que mucha gente viene a verla varias veces; y que va mutando y van apareciendo repentismos mejores. Además, a través del humor aborda una crítica hacia cierta concepción acerca de la Iglesia, derriba algunos tabúes y siempre con el mayor de los respetos. Eso es lo que hace que la obra sea tan atractiva y ninguno se ha sentido ofendido, hasta ahora, por lo que hacíamos.
—¿La religión aparece en el centro de la escena, para cuestionarla, para desacralizarla, para elogiarla?
—Lo que se critica es la manera en que se transmite una idea o un pensamiento, la obra parte de una serie de malos entendidos. Lo que se critica es un poco la manera en que ciertas cosas enseñan a partir de metáforas. El malentendido de la obra es que los chicos empiezan a sacar deducciones en función de las metáforas con que los adultos les van enseñando, como cuando toman la ostia y les dicen que se comen el cuerpo de Cristo.
—¿La inocencia y la crueldad de los niños atraviesa la obra?
—Sí, los chicos son crueles a su manera, y se burlan y son muy literales en algunas cosas. Los chicos supuestamente tienen 8 y 9 años y están en una edad donde todo es muy cruel y se interpreta literalmente. Aparece también esta cosa del bulling y múltiples temas, pero siempre desde el humor, sin bajar ninguna línea ni ser pretenciosos.
—¿A qué te referís puntualmente?
—Es que "Chicos católicos, apostólicos y romanos" es una comedia escrita en base a ciertas vivencias creadas por Juan Paya, que es al autor y actor, cuando estudió en un colegio católico. A partir de todo eso que fue recabando, armó esta obra, que es una humorada sobre distintas cuestiones que se ven y escuchan a diario. La obra tiene que ver también con ciertos mitos de la Iglesia, pero no se propone hacer una crítica profunda, ni moralizar, evangelizar ni desenvagelizar a nadie. La obra es de entretenimiento, donde de paso se plantea el conflicto que suele suceder cuando las cosas no se dicen como se tienen que decir y se apela a metáforas para explicar lo que en realidad debería explicarse como debe ser.
—¿Se te simplifica o se te complica todo al ser un actor que aquí tomás el rol de director?
—Son placeres diferentes. Yo dirijo en realidad desde los 17 años, o sea, de toda la vida, pero por lo general no me gusta actuar y dirigir, me cuesta mucho poder estar arriba y abajo del escenario al mismo tiempo. Cuando uno dirige pone el placer en otra cosa, en querer contar una historia, en darle una forma, una síntesis, lo que trabajamos con la obra fue abordar la síntesis. Si bien todo transcurre en una escuela, la idea era animarnos a representar literalmente cada espacio o jugar con un espacio neutro donde estos personajes despliegan su potencial. El hecho de ser actor me permite también la posibilidad de marcarle la cancha a los actores y dejar que ellos vuelen y puedan meter sus repentismos e improvisar. Y darles la licencia que tienen para crear e irse del texto y volver.
—¿Es un plus contar con Juan Paya, el autor de la obra, en escena?
—Claro, contar con él dentro del elenco también está bueno, porque Juan se encarga de depurar y buscar las cosas que por ahí se podrían sacar porque están medio perimidas y a la vez sumar algo nuevo que funciona. Creo que una de las claves de la vigencia de "Chicos católicos.." fue justamente que continuamente se fue renovando el texto y la obra. Incluso al cambiar de elenco, porque eso también le trajo otro aire a la puesta. Cada actor tiene su personalidad y uno trabaja sobre la gente que tiene. Yo siempre digo que los actores no son reemplazables, son irremplazables, cada uno le da su impronta.
—Al tocar el tema religioso siempre suele incomodar ¿Sufrieron alguna prohibición o recibieron quejas alguna vez?
—No, no me consta, no tuvimos nunca alguna mala reacción o alguna respuesta violenta de alguien. Por lo general abordamos el tema con humor y con respeto, aunque tenemos unas críticas que son un poco fuertes. Pero no intentan profanar ni cuestionar la fe de nadie, casi te diría que la fe es lo que menos se cuestiona. Es más, hay un personaje que hace de ángel y tiene sus diálogos con Dios, por lo que hay un Dios que se respeta. Cruzás la raya cuando ofendés a la fe, pero si uno critica alguna actitud de tipo institucional o algunos hombres en particular, esos hombres no son la Iglesia. Además nuestro humor se recicla todo el tiempo y eso nos permite entender la realidad desde un lugar mucho más tranquilo y más liviano.