Por Pedro Squillaci
La migración de la capital al pueblo es la punta de lanza del relato de Juan Pablo Di Bitonto, quien en su ópera prima propone conectar el mundo de arriba con el de abajo, como reza en el afiche. Magalí trabaja de enfermera en Buenos Aires, mientras que su madre cuida a su hijo en un pequeño pueblito jujeño. Pero tras la muerte de su mamá, decide regresar a su pueblo natal en una situación tensa, porque ese espacio le resulta tan desconocido como Félix,su propio hijo casi adolescente. Di Bitonto utilizó una leyenda ancestral para que que se expongan los vínculos y el paisaje en su máxima crudeza y con cierto registro poético. Es logrado el trabajo de los no actores (especialmente Cristian Nieva, como Félix), que suplieron la falta de oficio favorecidos por la ductilidad con que se mostraron en la árida tierra jujeña. La película atrapa desde la fuerza de las imágenes del norte argentino y, principalmente, a partir del rol de Eva Bianco, quien como Magalí, compone un personaje que transmite verdad. La misma verdad que atraviesa este filme, que invita a pensar que las carencias más temibles no son las del bolsillo, sino las del corazón.