Lito Vitale cierra hoy en Buenos Aires el ciclo de conciertos que ofreció con su quinteto por todo el país y junto a distintas orquestas sinfónicas locales y con los cuales celebra los 30 años del lanzamiento de "Ese amigo del alma", su obra más emblemática.
En esta ocasión, el pianista estará acompañado por la Orquesta Sinfónica de Florencio Varela, dirigida por Darío Domínguez Xodo, y contará con la participación de su hermana Liliana, quien leerá el texto de "Viento Sur", escrito por María Elena Walsh; y "El descubrimiento de imaginaria", de Eduardo Abel Giménez, sobre la música del tema "Una intensa calma".
En esta gira, Vitale no sólo repasó las composiciones de "Ese amigo del alma", sino que también interpretó obras de "Viento sur" y "La senda infinita", que completaron la trilogía realizada junto al por entonces cuarteto que formó luego del recordado trío que integró junto al guitarrista peruano Lucho González y el saxofonista Bernardo Baraj.
"Cada concierto fue una conexión con lo más genuino de mi música. Con mis viejos hicimos unos años de laburo muy fuertes en los que logramos que, de tanto insistir, se pueda instalar esta música en los medios. Esa fuerza de trabajo de mis viejos y esa certeza personal de que ese era el camino, me viene constantemente cuando toco esta música", dijo Vitale en alusión a sus inicios en el colectivo autogestivo M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), liderado por sus padres Rubens "Donvi" Vitale y Esther Soto.
El músico planea continuar con esta gira el año próximo para llegar a las provincias en donde aún no pudo presentarse, además de retomar su proyecto en dúo con Juan Carlos Baglietto, entre otras iniciativas.
—¿Cómo fue el proceso de amalgamar esta música con una orquesta sinfónica?
—Fuimos encontrándole la onda al sonido, porque sonorizar con orquesta, que tiene un sonido acústico, no es fácil. Tuvimos buenas y malas experiencias. Hasta que el otro día, en Rosario, se nos ocurrió la idea de meter el quinteto físicamente adentro de la orquesta, con nuestro sonido, nuestros monitores, y salir desde el escenario con el sonido ya amalgamado. Eso funcionó muy bien y es lo que vamos a hacer el jueves.
—¿Qué balance puede hacer de la gira?
—Fuimos aprendiendo a trabajar en conjunto, modificando cosas y los últimos conciertos fueron los más lindos. Yo asumo la inexperiencia en esta experiencia y la rigidez que tuve al comienzo al plantear el sonido de una determinada manera. Las orquestas tienen un equilibrio acústico que un quinteto electrónico no tiene, que sube y baja los volúmenes de manera artificial. Por suerte encontré la solución de poder convivir con esa particularidad de la orquesta. Al principio, no supe dar un paso al costado y tuve algunos encontronazos, pero cuando me relajé, aprendí mucho.
—¿Que cree que le aporta este disco en vivo a quien ya tenía este disco original?
—Cuando plantee la celebración, el hecho de la orquesta era fundamental porque era el sentido de volver a tocar esa música. Si la hubiese tocado igual que en el disco no hubiera tenido sentido. Es decir que para muchos está más bueno este disco que el original. Obviamente la versión original, cuando uno la tiene muy metida en la memoria es imborrable, pero a mí, como músico y como director de todo esto, me gustó. Me parece que la orquesta sumó y le dio más sentido a esta celebración.