Muy pocas películas en los últimos años generaron la polémica y las miradas encontradas que está despertando “Blonde”. El único consenso es que Ana de Armas hace un trabajo magistral interpretando a Marilyn Monroe, pero sobre el resto hay dudas y desconcierto. Ante todo habría que aclarar que la película que se estrenó en Netflix no es una biopic propiamente dicha: está basada en el best seller homónimo de la premiada escritora Joyce Carol Oates, que en su momento también levantó controversia porque, mezclando realidad y ficción, explora los episodios más sórdidos de la vida del mayor sex symbol de la historia.
“Blonde” es una película excesiva (dura casi tres horas), dolorosa y compleja. El director Andrew Dominik (que se anotó varios puntos con filmes como “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” y “Mátalos suavemente”) toma como punto de partida la terrible infancia de Norma Jeane (el nombre real de Marilyn), quebrada por un padre ausente y una madre trastornada que termina internada en un psiquiátrico. Esa es la marca que va a llevar de por vida: la búsqueda desesperada de una figura paterna, la docilidad frente al maltrato y el miedo a la locura.
La primera mitad de la película es tan desgarradora como atrapante. Un título alternativo podría ser “Pánico y locura en Hollywood”. Como joven modelo y actriz la protagonista es abusada y degradada de todas las formas posibles, víctima de un sistema machista y absolutamente impune. Dominik muestra sin tapujos las miserias del ambiente de los grandes estudios de cine, a la vez que se explaya en la vida sexual de la estrella y en el choque permanente entre la Marilyn pública, un ícono erótico avasallante, y Norma Jeane, una mujer insegura y traumada.
En el terreno visual el director también es excesivo: va del blanco y negro al color, de la pantalla cuadrada a la hiperancha, y del realismo a las imágenes distorsionadas. Este cóctel a veces es funcional a la historia, pero otras veces es simplemente un capricho. Otro capricho (o mala elección a secas) son las insistentes imágenes de fetos que aparecen cuando se habla de los abortos de Marilyn o la escena de sexo oral con el presidente John F. Kennedy, que queda al borde del grotesco.
En su segunda mitad, “Blonde” cae por su propio peso y se vuelve agobiante. La estructura narrativa que elige Dominik se termina resquebrajando como la misma Marilyn. Pero mientras la película se desdibuja la que nunca decepciona es Ana de Armas, que en un verdadero tour-de-force logra transmitir toda la angustia, la vulnerabilidad y las contradicciones de este personaje complejo.
Blonde (EN ESPAÑOL) | Tráiler oficial | Netflix