Juan Carlos Baglietto siempre está ahí. “Tengo un lugar en el cuore de la gente”
afirma con cierta alegría y lejos de cualquier vanidad. El músico, que tocó el miércoles en el City
Center, dice que se siente “un artista de catálogo”, mientras prepara muy pausadamente
el disco que sucederá a “Sabe quién”. “Tengo el privilegio de vivir de lo que
amo”, dijo el músico rosarino en diálogo con La Capital.
Es imposible olvidarse del Baglietto con el pelo largo y overol,
cantando “Mirtha, de regreso”. El que deslumbró en Obras en los primeros 80, pero
también el que cantaba solito con su guitarra “Para Victoria”, en el viejo Café de la
Flor. No es temerario decir que nadie posee en la Argentina el vuelo interpretativo que tenía, y
por suerte sigue teniendo Juan, así se lo llamaba simplemente en la ruta artística imaginaria que
unía la sala Lavardén y la Udecoop con la bohemia que yiraba por Saudades, el Laurak Bat y el
Savoy.
El que animaba fiestas infantiles, el que la rompía en Irreal no tiene,
en esencia, tantas diferencias con el Baglietto 2010. “Yo nunca he hipotecado el alma
mía”, canta en “Parado”, su bello último material, que salió allá por 2006.
“Tengo material como para hacer dos discos más”, confesó a este diario desde su oficina
porteña. Y cuando se le recuerda que en Rosario todavía se está esperando su próximo trabajo,
asegura: “Dame tiempo, ya lo vamos a hacer”.
Baglietto llegó esta semana a la ciudad para ofrecer un menú con sus
clásicos en City Center, un lugar no tan común para sus shows: “Se da un fenómeno raro,
porque la gente que va a verte a un casino difícilmente me vaya a ver al teatro. Es la posibilidad
de que te escuche otra gente, y hacemos un show sin concesiones”.
El pone toda la carne al asador en cada show, con todas las luces, con
la mejor escenografía disponible, sea un recital en El Círculo o en una fiesta a la gorra en un
club del barrio Echesortu. “Mi obsesión por la puesta tiene que ver con mi otra actividad, si
me la paso poniendo luces para otros artistas, cómo no voy a ponerlas para mí, además me parece que
la gente merece siempre lo mejor”. Y ahí está la clave del pensamiento artístico de
Baglietto.
“No me pregunto todo el tiempo dónde estoy artísticamente. Sólo sé
que tuve la suerte de trascender y de perdurar con lo mío, quizá con más o menos suerte según las
épocas, pero hoy me considero un artista de catálogo y sé que tengo un lugar en el cuore de la
gente”, grafica con acertada mirada sobre su trayectoria.
En un rápido racconto, sin ningún tinte nostálgico, Baglietto consideró
que en un tiempo sufrió el típico qué dirán. “Fui muy prejuicioso, viví muy pendiente de qué
pensarían mis colegas. Pero eso sí, no reniego de nada de lo que hice”, dijo quien hace dos
semanas acaba de llegar nada menos que de Shangai junto a Lito Vitale. “Fuimos invitados en
el marco de un encuentro internacional de tango realizado en China. Jamás me imaginé que a esta
altura de mi vida iba a ir a cantar tangos justo allá. Y fue un placer hacerlo”, agregó.
Las elecciones es todo un tema en la carrera de Juan. Primero hizo punta
con canciones de los más consagrados artistas de Rosario de los 80, como Adrián Abonizio, Jorge
Fandermole, Fito Páez y Rubén Goldin, y logró que muchos de esos temas formen parte del catálogo
del rock nacional. Y no fue fácil hacerlo: “Una vez un genio nos contrató en los 80 en la
cancha de Excursionistas y nos programó con Los Violadores, Sumo y Pappo. Nos tiraban de todo al
principio, pero al final nos terminaron pidiendo bises”, recordó.
Es que lo de Juan nunca fue para mentes cerradas. “Yo vengo de
mamar rock, tango y folclore, mi propuesta musical siempre fue para abrir y no para cerrar”,
graficó.
Claro, en tiempos en que los modelos de consumo imponen paquetes
etiquetados para digestión rápida, lo de Baglietto no explota en la MTV ni en la tevé chatarra de
la Argentina. “A la tevé no les sirvo, porque no bailo para Tinelli, ni tengo una vida
atractiva para las revistas y sentimentalmente no ando de bar en bar. Pero no vivo como una pérdida
porque no me llame Susana”, dijo sin dudar un segundo de su pensamiento, con expresiones
reflexivas y cuidadas.
Con la esencia de un artista, Baglietto va por más, a su tiempo,
respetando su instinto: “Hay cosas que me salen fáciles, como ir a tocar a un show solo con
mi guitarra, y quizá por eso no las hago. Podría haber vivido con «Era en abril» pero no es lo mío.
Creo que en la vida de un artista hay un momento en que la comodidad deja de ser útil”.
Baglietto, el de “Actuar para vivir”, el de “Postales
de este lado del mundo”, el de “Sabe quien”. El de antes, el de ahora. Siempre
Baglietto.