Amelia Bence, una gloria del cine argentino de la década del 40, que participó en medio centenar de filmes, radionovelas, telenovelas y numerosas puestas teatrales, murió ayer a los 101 años en Buenos Aires. Bence, quien recibió el elogio de tener "los ojos más lindos del mundo", ocupó el firmamento de grandes artistas del cine, del teatro y la televisión, como lo fueron en su tiempo Mecha Ortiz, Zully Moreno y Mirtha Legrand.
Nacida el 13 de noviembre de 1914 en Buenos Aires, como María Amelia Batvinik, integró de niña el Teatro Municipal Infantil Lavardén, donde conoció a Alfonsina Storni, y, ya adolescente, impulsada por las hermanas Berta y Paulina Singerman, ingresó al Conservatorio Nacional de Música y Declamación.
Debutó en cine a los 13 años en "Wunder Bar", junto a los hermanos Enrique y Armando Discépolo, y posteriormente sería dirigida por todos los grandes directores de la época como Luis Saslavsky, Leopoldo Torres Ríos, Alberto de Zavalía, Carlos Borcosque, Antonio Momplet y Lucas Demare, entre otros. Fue Luis Saslavsky quien, conociendo el oficio como pocos la hizo protagonista de "Los ojos más lindos del mundo", título con el cual quedaría identificada gracias a su hermosos ojos verdes.
"Nuestra Natacha", "Veinticuatro horas en la vida de una mujer", "Lauracha", "Las tres ratas", "Camino del infierno", "María Rosa", "El pecado de Julia" y "Alfonsina", serían nuevas pruebas de su talento y ductilidad.
Sin embargo, fue Daniel Tinayre quien la llevó al punto culminante de su capacidad interpretativa en dos filmes, "A sangre fría" (1947), que le reportó un premio como mejor actriz de la temporada de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y "Danza del fuego" (1949).
De la década del 50 son diez filmes entre ellos "Alfonsina", donde encarnó a la poetisa Alfonsina Storni, por el que nuevamente fue premiada por la Asociación de Cronistas, y en 1960, dirigida por Cecilio Madanes, fue una de las protagonistas de la versión teatral de "Así es la vida", con Luis Arata y Eva Franco.
Más cerca en el tiempo, en el Teatro Blanca Podestá de la calle Corrientes interpretó "Solo 80", de Collin Higgins y en 1991 "Cartas de amor", donde se reencontró con Alberto Closas, su marido cuatro décadas atrás.
Bence fue una de las figuras que más distinciones logró a lo largo de su extensa trayectoria, tanto de la Asociación de Cronistas como del Instituto de Cine, la Ciudad de Buenos Aires, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, la revista Radiolandia y el Club Gente de Cine, entre otras.
En 1943 obtuvo el premio a mejor actriz de la Federación de Redactores Cinematográficos y Teatrales de Cuba, por su labor en "Son cartas de amor" y cinco años después recibió igual distinción del Primer Certamen Hispanoamericano de Cinematografía en Madrid, por "A sangre fría".
A finales de la década del 50 y principios del 60 tuvo sus primeras apariciones en televisión en "Los premios Nobel", donde encarnó a Madame Curie, "Topaze" o el "Show Standard Electric", dirigido por Fernando Ayala, que reunió un elenco femenino memorable.
Siguió en cine con "La cigarra no es un bicho", nuevamente con Tinayre, "La industria del matrimonio", "Los debutantes del amor" y "Adiós Alejandra", en 1973, que siendo su primer filme en colores, habiendo cumplido ya 64 años, marcó su despedida del cine y precedió a su vuelta a la televisión.
A partir de 1996 se dedicó a interpretar en teatro a Alfonsina Storni, y en la pantalla chica se la vio en "Romina", "Bianca", "Las 24 horas", "Esos que dicen amarse", en la telecomedia "Son o se hacen" (1997), dirigida por Diego Kaplan, con Julieta Ortega y Rodrigo de la Serna y finalmente en el humorístico "No hay dos sin tres", con Pablo Granados y Pachu Peña.
El elogio de un especialista
El periodista, historiador y crítico Domingo Di Núbila ubicó a Amelia Bence entre las actrices de estilo “netamente cinematográfico”. “Estos intérpretes -dijo Di Núbila- tienen también noción exacta del tiempo que debe durar un gesto, una inflexión, un matiz, etc. Y la simbiosis de esas dos facultades crea una suerte de reacción cámara-actor que llega a los espectadores natural, depurada, sin ningún atisbo de artificiosidad”.