El PRO renueva autoridades a fines de diciembre, justo cuando Mauricio Macri dejará la Casa Rosada. La derrota de Cambiemos abrió un sinfín de escenarios y probabilidades sobre el futuro de la coalición y del propio líder. Pese a la resistencia interna, el presidente tenía todos los boletos comprados para conducir su partido y, como dejó trascender, encabezar el reagrupamiento opositor con la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica. Pero, ahora tomó la primera definición: ahora quiere que, durante la gestión del peronismo en el gobierno, la presidenta del partido amarillo sea Patricia Bullrich. Al calor de una remontada que lo envalentonó puertas adentro del gobierno, el presidente premia a su ministra de Seguridad y confía en que su propuesta sea tomada como ley en todas las costas del partido que fundó. Lo habló personalmente con la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La nominación de Bullrich dejó en estado de shock a muchas de las espadas históricas del PRO, que miran de reojo a una dirigente que recién se acopló formalmente al espacio en 2018, cuando fusionó su partido, Unión por la Libertad, con el sello de Macri. La señal del presidente es clara: ante la especulación en torno a un retiro, toma las riendas de la negociación política y unge a una ultra al frente del PRO para apagar los primeros borradores del posmacrismo sin Macri que muchos ya estaban diseñando en su partido.