La tremenda devaluación que sufrió el peso argentino durante este año tuvo graves implicancias en la economía y la vida de los argentinos. En términos generales, los precios acompañaron la trepada del dólar, que arrancó el año para el tipo vendedor en el Banco Nación a $18.65 y cotizó ayer a $39,40, pesos más pesos menos. Ese salto, que no fue acompañado por el ajuste en los salarios, salvo excepciones, hundió el mercado interno pero favoreció algunos de los principales productos exportables del país. En el rubro del turismo, el efecto devaluatorio fue terminante para quienes intentaron viajar al exterior: el costo de los paseos por el mundo se duplicó y, a veces, un poco más también. No es que hayan aumentado los precios internacionales, que incluso bajaron un poco en hotelería y pasajes aéreos, sino que la moneda nacional sucumbió a menos de la mitad respecto del dólar y el euro. Este fenómeno motivó que muchos argentinos decidieran vacacionar en el país. Sin embargo, a la hora de comparar los precios, el alojamiento en la Argentina cuesta tanto o más que en Europa o Estados Unidos, con lo que evidencia un claro manejo especulativo del sector turístico nacional ante la mayor demanda. Claro, la diferencia con irse al exterior sigue siendo el costo del pasaje aéreo, aunque en algunos casos el desmedido precio de la hotelería y otros servicios nacionales hacen que la diferencia finalmente no sea tan abultada.