El problema de la basura es común a casi todos los municipios de la provincia,
que actúan como pueden, sin una política que unifique criterios. Cada comunidad sufre a su manera
la falta de presupuesto, infraestructura, personal y, a veces, de ideas en torno a qué hacer. Y
aunque hay soluciones primitivas, improvisadas, ingeniosas, más o menos modernas, participativas y
hasta productivas, todas ofrecen soluciones parciales.
Villa Gobernador Gálvez es quizás una de las que más sufre esta problemática,
con la particularidad de que allí abundan los microbasurales. El intendente Jorge Murabito encontró
un panorama desolador. Para algunos concejales, el problema tiene un componente cultural y que se
debe educar a los vecinos. El Concejo, a su vez, bombardeó al Ejecutivo con pedidos de
limpieza.
La recolección se hace allí con una flota de 5 camiones y 35 operarios, y 250
agentes trabajan en zanjeo, barrido y limpieza. Según Murabito, "el área estaba desmantelada". Y
recientemente se generó un problema con la vecina Pueblo Esther, que vuelca sus residuos en la cava
de Villa.
En Casilda, la basura va a una cava a 5 kilómetros de la ciudad y son cubiertos
con tierra aunque estudian alternativas. Firmat tiene un sistema de separación en origen de
residuos orgánicos e inorgánicos, hay 200 contenedores y un ecoclub selecciona plásticos, papeles y
vidrios para vender. Los ecoclubes funcionan en varias localidades donde hay separación, algo que
es mucho más factible en las localidades más pequeñas. El criterio se aplica en Chabás, donde
también se separa en origen y un ecoclub recupera materiales para comercializarlos
Firmat intenta reducir volúmenes con una trituradora de ramas cuyo producto se
usa como abono en paseos públicos.
Bigand tiene dos basurales, aunque la idea de las autoridades es dejar uno. Allí
se puso una capa impermeable para que los líquidos no afecten las napas. Y en Sanford, como en
otras, el basural es un simple vertedero a la vera de la ruta.
Pero no es cuestión de tamaño. Un gran conglomerado como Venado Tuerto también
tiene un basural a cielo abierto a pocos kilómetros del centro, y pese a los intentos no se ve una
solución en el corto plazo. Y en Rufino se generó un conflicto entre el municipio y una escuela que
ocupa un gran predio que las autoridades quieren usar parcialmente
Otro gran conglomerado, Villa Constitución, tiene un basural a cielo abierto muy
cerca de una zona poblada. Durante años la cuestión tuvo a maltraer a los gobiernos, que pese a
esfuerzos y controles no logran normalizar la situación. Las denuncias por problemas de combustión,
malos olores y roedores en los barrios aledaños son permanentes. Hace un par de años, una
cooperativa montó una planta de reciclaje en el predio, pero el proyecto finalizó.
En Empalme el panorama es más optimista: allí se consiguió trasladar un gran
basural formado a la vera de la ruta Nº 177 y en el lugar construyen una planta de reciclaje.
El más grande. En el cordón de la ruta 11 quedaron atrás los basurales a cielo
abierto con la instalación, en 1998, del relleno de Ricardone, donde muchas localidades comenzaron
a volcar sus residuos. No obstante, aún proliferan los microbasurales.
En Ricardone vuelcan residuos Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, San Lorenzo,
Puerto San Martín y Aldao. Y en Baigorria la recolección y disposición está a cargo de la empresa 9
de Julio.
Según la firma Resicom, las ciudades que vuelcan en Ricardone aportan al relleno
600 toneladas de residuos por mes.
Bermúdez y Beltrán usan este relleno para arrojar el producto de escamondas.
Puerto San Martín, Baigorria y San Lorenzo poseen sus propios lugares para estos residuos, pero
estos sitios son todo un problema ya que la zona de las cavas en San Lorenzo se usa para arrojar
basura de todo tipo y el predio de Baigorria saltó a la fama hace pocos meses cuando aparecieron
féretros en el lugar.
Más hacia el noroeste, localidades como Timbúes, Oliveros, Andino, Serodino o
Carrizales continúan disponiendo sus residuos en predios a cielo abierto, lo que demandará una
solución integral.
El centro-oeste. En las principales ciudades del centro oeste provincial el
tratamiento de los residuos es un problema preocupante. La mayoría de las comunas expresó su
interés en erradicar los basurales a cielo abierto, pero los intentos fueron infructuosos. El común
denominador son las denuncias de los vecinos por las consecuencias negativas de esos depósitos. No
obstante, las protestas no condicen con la conducta ciudadana que, hasta el momento, no adhirió a
los programas de separación domiciliaria.
Pese a que el tema estuvo en las plataformas electorales, aún no surgieron
soluciones efectivas para el manejo de los residuos. En Sastre y en San Jorge sigue siendo materia
pendiente y son frecuentes las denuncias por el humo de las quemas.
Un caso interesante, no obstante, se dio en El Trébol, donde construyeron se
construyó una planta de tratamiento que logró evitar el cirujeo al dar trabajo a quienes vivían de
esa actividad. Igualmente, ya se están viendo falencias y se piensa en una reestructuración.