Jim Acosta lo hizo lo mejor que pudo: durante 30 segundos, el experimentado reportero de la CNN se mantuvo, muy erguido, delante del que pronto será el hombre más poderoso del mundo. Donald Trump había criticado duramente a su canal de televisión y Acosta quería repreguntar, como es habitual en las ruedas de prensa. Pero en lugar de eso, recibió varios ataques desde el "Olimpo" de Trump: "Su organización es terrible" y difunde "fake news" (noticias falsas). No, no se le permitiría hacer ninguna pregunta. "Winter is coming" (Se acerca el invierno), la frase que planea sobre la serie "Juego de tronos" anunciando malos tiempos podría aplicarse ahora a lo que sienten avecinarse los medios de comunicación con la llegada de Trump a la Casa Blanca el 20 de enero. Desde hace meses se publican en el país ensayos y artículos que se preguntan cómo cambiará con Trump la relación entre el presidente y los medios de comunicación.
"Soga, árbol, periodista"
Trump ya dejó entrever en varias ocasiones que facilitaría las demandas contra los medios y durante la campaña electoral incluso llegó a acusar a los periodistas de ser "la forma más baja de la existencia". En sus actos electorales aparecieron de pronto remeras con lemas que decían "Soga, árbol, periodista". Hay reporteros estadounidenses que incluso se mostraron cautos a la hora de reconocer públicamente su profesión. "Para una prensa libre y un control del poder, ésta es la época más oscura de la historia de Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial", escribía Jay Rosen, de la universidad de Nueva York. Una extrema presión económica, una masiva pérdida de reputación, demasiado entretenimiento y un periodismo político cada vez más limitado son algunos de sus argumentos. A ello se añade la difusión de opiniones en las redes sociales y la profesionalización de la comunicación que sirve a determinados intereses.
La pregunta central que se hacen muchos analistas es si Trump necesita para algo a los medios, aparte de entrevistas cuidadosamente precocinadas. Con su cuenta de Twitter ya llega a millones de personas, incluso cuando una encuesta conocida recientemente le recomienda que reduzca esos mensajes cuando sea presidente: a tres de cuatro estadounidenses ya les molestan, entre ellos incluso a un 45 por ciento de los republicanos.
El equipo de Trump no ha concretado cómo y si realmente continuarán los briefings diarios de la Casa Blanca, una importante fuente para los periodistas que trabajan en Washington. Tras las informaciones sobre supuesto material comprometedor contra Trump en manos de Rusia, el futuro vicepresidente, Mike Pence, dijo que los estadounidenses están hartos de este tipo de noticias falsas. Y el portavoz de Trump, Sean Spicer, siguió echando leña al fuego, sólo que aún con más fuerza.
Más tarde, en la rueda de prensa, Trump arremetió contra la web Buzzfeed, que sigue el contenido en las redes, a la que calificó como una fracasada montaña de basura. Yes que el futuro presidente habla como suele tuitear, haciendo que no sean pocos los que se pregunten si realmente ayudarán en el futuro ese tipo de ruedas de prensa presidenciales.
Lo surrealista de la actual situación es que sea Trump quien exija verdad y claridad, cuando ha sido acusado reiterádamente durante meses de mentir. Y mientras tanto, las medias verdades y las llamadas "bullshitting" (aquello que se comenta y es falso) parecen tener el camino cada vez más libre: se afirma algo de lo que sólo es cierto una pequeña parte y después se niega, pero algo ha quedado ya en la mente de la gente. A la hora de gestionar este tema, Trump tendrá a su lado a un estratega jefe versado: el ex presidente de la ultraconservadora web Breitbart News.
Mayor cobertura
Nunca los medios sometieron a un candidato a una comprobación de los hechos tanto como a Trump, pero nunca con tan poco efecto. Y pese a todo los grandes diarios como The New York Times y Washington Post aumentaron considerablemente su cobertura desde la Casa Blanca, alegando que nunca ha sido tan importante como ahora informar con conocimiento y profundidad sobre una presidencia y sus consecuencias como lo será ahora. Muchos ven una esperanza en el aumento de los abonos de algunas publicaciones, entre ellas The New Yorker, The Atlantic, Mother Jones o Vanity Fair. La red de emisoras NPR tiene más oyentes y plataformas y blogs como ProPublica reciben más donativos. Muchos medios han analizado críticamente su papel no siempre positivo en la campaña electoral y quieren mejorar su trabajo, salir más y escuchar más a la gente y abandonar vías que no funcionaron. En la Casa Blanca gobernará pronto una antigua estrella de realities televisivos que ha perfeccionado durante años el juego mediático.
La amenaza a la libertad del cuarto poder hace que sea muy importante informar sobre el entramado familiar de Trump y los posibles conflictos de intereses de sus miembros de gabinete.
El miércoles, Josh Earnest, el vocero saliente de Barack Obama, fue preguntado sobre cómo se podía estar a salvo de una mentalidad cerrada en la Casa Blanca. Su respuesta:"Hay que estar preparado para ello. Nuestra democracia está construida de forma que los medios libres e independiente puedan pedir cuentas a quienes ostentan el poder".