Al menos 25 mil venezolanos aprovecharon que el presidente Nicolás Maduro abrió por unas pocas horas y de forma parcial la frontera con Colombia para cruzar un puente binacional y comprar alimentos básicos en el país vecino. La concesión llegó luego de que el pasado 5 de julio unas 500 mujeres forzaron el paso, desesperadas por la falta de alimentos en Venezuela. El episodio evidencia una vez más la grave crisis humanitaria que atraviesa Venezuela, país que detenta el récord mundial de inflación y una caída generalizada de la actividad económica. El régimen chavista se excusa con la fuerte caída del precio del petróleo entre 2014 y 2015, pero los indicadores negativos son muy anteriores a esa depreciación. Además en 2016 el valor del crudo se ha recuperado en gran parte.
Desde tempranas horas de la mañana, un río humano cruzó la frontera de manera continua y para el mediodía la alcaldía de Cúcuta estimaba que unas 20.000 personas habían ingresado a territorio colombiano para comprar alimentos y medicinas. Ese número fue holgadamente superado en las horas siguientes, y un mínimo de 25.000 era el cálculo que hacían medios de prensa venezolanos independientes del gobierno chavista. Este accedió a reabrir la frontera por solo este paso internacional luego de que el 5 de julio, día de la independencia de Venezuela, unas 500 mujeres desbordaron los controles y cruzaron el puente binacional para hacer compras en Cúcuta. Ayer, inicialmente estaba previsto que el paso se cerrara a las 2 de la tarde, pero la enorme afluencia forzó que se postergara el cierre hasta las 6, y luego simplemente quedó abierto hasta que cesara el retorno.
"¡Estamos felices porque tenemos mercado, en Venezuela no hay nada! No hay ni medicina para los niños, se están muriendo los niños. La cúpula es la que tiene comida. El presidente (Maduro) dice que hay comida, mentira", dijo Tulia Somaza, entre los aplausos de sus compatriotas, que abarrotaban un supermercado en Cúcuta.
La apertura rompió con el cierre de la frontera decretado en agosto del año pasado por Nicolás Maduro, bajo el declarado intento de "controlar el crimen" proveniente de Colombia y el contrabando. La drástica medida fue acompañada de la expulsión, en muchos casos violenta, de miles de residentes colombianos en Venezuela.
Como la crisis alimentaria en Venezuela no ha dejado de agravarse junto la escalada inflacionaria, han aumentado las voces que piden una reapertura total de la frontera. Desde el gobierno chavista acusaron a la oposición de querer hacer un "show" para "hacer creer a nivel internacional" que el país enfrenta una crisis humanitaria, algo que efectivamente parece ocurrir.
Las redes sociales reflejaron el episodio. Con leyendas como "Venezolanos invaden Cúcuta" o "¡En Cúcuta hay de todo!", centenares de usuarios subieron fotos a Facebook, Twitter e Instagram en las que se mostraban orgullosos de haber conseguido aceite, azúcar, harina de maíz, toallas sanitarias, desodorantes y otros productos sin inconvenientes.
En Colombia se consigue el kilo de pastas entre 1.000 y 1.200 bolívares, el azúcar entre 1.300 y 1.500 y el litro de aceite entre 2.100 y 2.300 bolívares. Los venezolanos destacaban la variedad de marcas, algo que en Venezuela no existe hace años. Estas cifras hacen palidecer el salario mínimo venezolano de 15.051 bolívares, aunque son precios inferiores a los que ofrecen los contrabandistas. Además, en las últimas semanas se ha hecho difícil conseguir productos en el mercado negro, una preocupante señal. El fantasma del desabastecimiento comienza a hacerse realidad, pese a la retórica oficial en sentido contrario.