Los "chalecos amarillos" son inorgánicos y de orígenes muy difusos. Se han unido gracias a las redes y los smartphones. En las marchas del último sábado, era relativamente fácil detectar diferentes facciones u orígenes sociales y geográficos.
Los "chalecos amarillos" son inorgánicos y de orígenes muy difusos. Se han unido gracias a las redes y los smartphones. En las marchas del último sábado, era relativamente fácil detectar diferentes facciones u orígenes sociales y geográficos.
Había en las calles grupos de clases medias y jubilados de provincias, en pareja, en familia, enarbolando banderas de Francia. Pedían "comprensión", denunciando a Macron con una terminología tradicionalmente conservadora. Le critican no haber cumplido sus promesas de bajar los impuestos a los jubilados, directos e indirectos. En una sociedad envejecida como la francesa, son un segmento muy importante. Muchos votaron a Macron y ahora se sienten decepcionados.
Luego están los grupos de jóvenes de la periferia de París y otras grandes ciudades, las famosas "banlieues". Son los que protagonizan los hechos más violentos. En estas machas se ha visto poca presencia de la "Francia multicultural". Lanzan las proclamas más duras contra Macron, en especial el pedido de "dimisión". Dentro de este mundo de jóvenes frustrados se detectaron tambien a los encapuchados de extrema izquierda y extrema derecha, usando máscaras antigás, que tienen su propia guerra particular con la policía francesa. Los "black bloc",una suerte de "internacional" europea de grupos anarquistas violentos, eran visibles en las calles de París y otras grandes ciudades.
Todo francés tiene amigos o familiares que viven en pueblos pequeños, de ahí la gran solidaridad que ha despertado el movimiento, cuya base principal es esa geografía de la "Francia profunda". Se trata en su mayoría de gente que ha votado a Marine Le Pen, aunque también hay ex votantes de Macron decepcionados. Por el contrario, las élites siempre han considerado que esa Francia es arcaica y provinciana. Macron es una expresión químicamente pura de esta Francia de las élites parisinas. Los "chalecos amarillos" empezaron exigiendo que no suban los combustibles con una tasa "verde", que Macron finalmente archivó. También exigen bajar los impuestos en general, altísimos en Francia, y recuperar el poder adquisitivo perdido. También buscan los servicios públicos perdidos en esa Francia rural o periférica que no tiene las ventajas de París y las grandes ciudades.