La más anómala campaña presidencial de la historia moderna estadounidense se está desarrollando a la vista de todo el planeta en tiempo real, gracias a los medios online y las redes sociales. La anomalía llegó a su clímax -por ahora- cuando el presidente Trump abandonó el lunes pasado el hospital naval en el que estuvo internado apenas tres días por su Covid-19 y volvió triunfalmente a la Casa Blanca atravesando los cielos de Washington en un helicóptero de los Marines. Apenas se bajó de la imponente aeronave y subió las escalinatas igualmente imponentes de la Casa Blanca, se quitó el barbijo y posó desafiante durante varios minutos en el gran balcón contorneado por las enormes columnas neoclásicas del palacio presidencial. El episodio ha sido largamente destacado y comentado desde entonces, pero vale recordarlo con cierto detalle, dado que es un episodio muy representativo de Trump y quedará en los libros de historia.
Fue el ápice de esta campaña sin precedentes en cuanto a bizarría y a la vez la evidente falta de un debate nacional serio. Una semana antes, Trump debatió con Joe Biden de manera violenta, dejó una pésima imagen incluso en parte de su base electoral (la que incluye a hombres mayores de 60 años, los que vieron azorados como Trump le hacía bullyng a un hombre de casi 78 años, Biden) y la brecha a nivel nacional entre ambos se amplió todavía más a favor del demócrata. Biden llegó a estar 16 puntos arriba de Trump luego del episodio del barbijo, que también le restó puntos al incorregible presidente.
Pero Trump ya venía abajo en los sondeos por la mala nota que le pone la sociedad por su desmanejo del Covid, del que su propio contagio es la mejor evidencia. La prensa estadounidense ha detallado el caos que era la Casa Blanca al menos hasta fines de septiembre, en cuanto a total falta de cuidados y cumplimiento de normas de seguridad sanitaria. La lista de unos 15 colaboradores de Trump infectados es elocuente. Muchos de ellos emulaban a su líder y no usaban barbijo, algo que los periodistas que cubren la Casa Blanca les reprocharon repetidamente.
Ahora Trump dice que no debatirá con Biden de manera virtual, como ordenó hacer la comisión que organiza los debates, que eso es "perder el tiempo", y su vocero llamó "criaturas del pantano" (uno de los insultos favoritos del trumpismo), a los miembros de esa institución. El próximo debate debería hacerse el día 15 en Miami. Pero Trump es un portador del virus, de manera que resulta inaceptable que plantee un debate presencial sin pasar antes los 14 días reglamentarios de cuarentena (que además no ha cumplido desde que llegó a la Casa Blanca) y de repetidos hisopados con resultado negativo.
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Esta cadena de errores repetidos -y además reivindicados- ha golpeado a Trump, al parecer de manera definitiva. Este viernes 9, según el promedio de encuestas que hace el sitio RealClearPoliticos, Biden llevaba una ventaja de 9,6%: 51,6% a 42% de Trump. Claro que esto es a nivel nacional y en votos populares. En EEUU este dato debe ser matizado, y mucho. El día de la victoria de Trump en noviembre de 2016, ese promedio nacional daba ganadora a Hillary Clinton. Que, como se sabe, efectivamente ganó...pero solo en votos populares. Y, también como se sabe, perdió con cierta amplitud en el Colegio Electoral, porque Trump ganó por un puñado de votos en Estados clave como Florida, Pensilvania y Ohio y se llevó todos los delegados de estos importantes distritos. ¿Ahora podría ocurrir lo mismo? Los expertos dicen que ya no, porque hoy pierde con amplitud en esos Estados que le dieron las llaves de la Casa Blanca hace cuatro años. Salvo, claro, que en el mes corto que falta para el 3 de noviembre Trump dé vuelta la tortilla en esos distritos. No parece que lo esté logrando.
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Pero vale la pena volver al carácter anómalo que la combinación de Trump en la Casa Blanca y la pandemia han dado a esta campaña. El martes, Trump grabó desde los jardines de la Casa Blanca un video. Se mostraba en plena forma y hacía una publicidad entusiasta del medicamento experimental que le dieron durante su breve internación, de la firma Regeneron. El dueño de este laboratorio es aportante de la campaña de Trump y este hizo tal alabanza de Regeneron que parecía un "chivo", un TNP. Para hacer el cuadro más insólito, Trump dijo que ordenará que se autorice el Regeneron y se lo entregue gratuitamente a todos los pacientes de Covid. Que el medicamento experimental sea carísimo, que haya tenido en pruebas con pacientes de Covid una eficacia de sólo 20% a 25% de los casos, son asuntos que a Trump simplemente no le interesan. El hombre es así, filtra los datos de la realidad que no le gustan y toma los que sí le gustan como si fueran hechos categóricos, fuera de toda duda. El Regeneron deberá atravesar todavía un largo proceso de análisis antes de su aprobación por la agencia federal de medicamentos FDA. Detalles para Trump, que dijo que él apurará a la agencia federal. Trump insiste en actuar como si fuera un dictador de Medio Oriente o del Caribe, y los demócratas hacen con muy poco esfuerzo una gran ganancia explotando este rasgo fundamental de Trump. Que le sirvió para ganar contra el "establishment de Washington" hace 4 años, pero eso fue en un país normal. Hoy la sensación de emergencia ha cambiado la actitud de la sociedad, y Trump parece no entenderlo. Hasta febrero, último mes de vida normal, estaba claramente posicionado para ser reelegido (ese mes el desempleo bajó a un 3,5%, un récord en 50 años) pero luego todo fue desconfigurado por el virus que Trump insistió en minimizar hasta el día de hoy.
Este jueves, Trump declaró sobre el civilizado debate entre su vice Pence y la demócrata Kamala Harris, que no estuvo exento de asperezas, como es lógico en un encuentro de este tipo, pero se hizo en un marco de respeto mutuo. Trump se encargó claramente de descargar la violencia verbal que Pence no había usado. Llegó a llamar "monstruo" a Harris y la tildó de "comunista". También llamó a Biden "incapaz mental", algo que ha hecho innumerables veces a esta altura de la campaña. Este es un rasgo ideológico y de carácter de Trump, claro, pero también está haciendo lo que él cree es la mejor estrategia de campaña: tirar nafta al fuego continuamente. Polarizar. Nada de tonos educados, nada de análisis sobre datos comprobados, todo es una montaña rusa de insultos, afirmaciones incomprobables como la del Regeneron (al que llamó "una cura" cuando es apenas un medicamento experimental de cierto valor terapéutico) y negativas a reconocer la muy posible derrota del 3 de noviembre (otra actitud que le ha quitado apoyos en todos los sondeos). Así será hasta ese día.
Biden la tiene fácil: solo tiene que dejar hablar y actuar a Trump y marcar la diferencia. "Miren, este señor es un desequilibrado, descree de la ciencia y la evidencia empírica, como la que apoya el uso del barbijo, y es responsable directo de los mas de 210 mil fallecimientos por Covid en EEUU. Ustedes deciden entre él y yo". Biden no es ninguna luz, no es ni fue nunca una figura brillante de dialéctica segura y hábil, como Clinton y Obama. Pero con ser un político informado y equilibrado le alcanza. Igual, falta bastante y así como perdió Hillary cuando todo indicaba que "debía" ganar hace 4 años, ahora todavía Trump puede dar la sorpresa. Faltan varios rounds y él lo sabe. Pero el clima social ha cambiado abruptamente con la pandemia y la sociedad estadounidense no parece dispuesta a tolerar más locuras y extravagancias en la Casa Blanca en medio de una emergencia nacional que no tiene salida a la vista por el momento.