El gobierno del presidente Donald Trump dio luz verde ayer a una medida que prohibirá de manera oficial al "bump stock", accesorio que permite que armas semiautomáticas puedan disparar como armas automáticas (restringidas en EEUU desde 1986), y hará ilegal la posesión de este automatizador de disparos a partir de marzo. El fiscal general, Matthew Whitaker, anunció que el Departamento de Justicia enmendó las regulaciones de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), con el fin de incluir los modificadores de armas en la definición de ametralladora. La norma estipula que todo tipo de mecanismo que permita acelerar la capacidad de disparo de un arma para que inicie un ciclo continuo de disparos sea considerado ilegal bajo la ley federal. Elaborados de plástico resistente, los "aceleradores de disparos" transforman un rifle semiautomático en un arma automática capaz de disparar ráfagas y han sido el arma de preferencia en muchas de las peores masacres en Estados Unidos.
Los "bump stock" se convirtieron en tema de debate nacional sobre el control de armas después de que fueron usados en octubre de 2017, cuando un atacante, Stephen Paddock, abrió fuego desde su cuarto de hotel en Las Vegas, en un piso alto, hacia una muchedumbre de asistentes de un concierto de música country al aire libre que se realizaba en el nivel de la calle, dejando 58 muertos y cientos de heridos. Fue la masacre con mayor número de víctimas en la historia moderna de Estados Unidos. El sistema "bump-stock" permitió a Paddock disparar 9 balas por segundo.
Después del tiroteo de Las Vegas, la Casa Blanca afirmó que daba "la bienvenida a un debate" sobre la posibilidad de restringir la venta de los "bump stocks", dado que las armas automáticas están prohibidas en Estados Unidos y esos mecanismos permiten simularla.
Utilizando otro "bump stock", Nikolas Cruz, un estudiante de 19 años, disparó en el campus de la escuela secundaria Stoneman Douglas de la localidad de Parkland, Florida, y asesinó a 17 personas, el 14 de febrero pasado. Una semana después de esa matanza, el presidente Trump ordenó a su gobierno evaluar medidas para "prohibir todos los dispositivos" que pueden hacer que las armas disparen más rápido.
Lobby pro-armas
La poderosa Asociación Nacional del Rifle apoyó más regulaciones, pero no respaldó la prohibición de Trump y dijo que esperaba la publicación del reglamento antes de emitir un juicio. La regulación, firmada ayer por el secretario de Justicia interino Matthew Whitaker, entrará en efecto 90 días después de que sea publicada en el Registro Federal, lo cual se prevé que ocurra el viernes. Bajo una nueva regla federal, aquellos que posean los dispositivos tendrán 90 días para entregarlos o en todo caso destruirlos, dijeron los funcionarios.
La enmienda revierte una decisión de la ATF de 2010, durante el gobierno de Barack Obama, mediante la cual los automatizadores de disparos no eran considerados ametralladoras y no podían ser regulados a menos que el Congreso cambiara leyes existentes sobre armas o aprobara una nueva ley.
Fácil procedimiento
El control de armas en Estados Unidos sigue siendo un tema controversial. La cifra de personas fallecidas a causa de tiroteos _sobre todo en centros de enseñanza_ en 2018, aún no se conoce con exactitud, pero se prevé que el número supere el de años anteriores. En Estados Unidos, comprar un arma es fácil. Dependiendo del Estado, una persona puede ir a una tienda de armamentos y comprar una presentando un documento de identidad y pasando un rápido chequeo federal. Allí se verifica si el comprador posee un prontuario policial o ha pasado por una institución psiquiátrica, pero aún ese chequeo puede ser evitado en las famosas "ferias de armas".
Recientes encuestas demostraron que más de la mitad de la población estadounidense, dependiendo de los Estados, apoye una mayor regulación en la compra-venta de las armas.