Estados Unidos y China concluyeron ayer una tensa ronda de conversaciones comerciales, que el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, calificó de "constructivas", pero sin lograr un acuerdo, después de entrar en vigor los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a centenares de importaciones chinas.
Ayer a medianoche comenzó a aplicarse la suba de aranceles del 10 por ciento al 25 por ciento a importaciones chinas por 200.000 millones de dólares. La decisión fue anunciada por Trump el domingo pasado en una serie de tuits. Ayer, al terminar sus frustrados diálogos, los jefes de ambas delegaciones se esforzaron por mostrar optimismo. "Hubo discusiones constructivas por ambas partes", destacó Mnuchin, tras despedirse del jefe negociador chino, el viceprimer ministro Liu He, en la capital estadounidense. Liu aseguró que el diálogo fue "bien" y que continuará en algún momento en el futuro.
Pero desde que en marzo de 2018 Trump lanzó la escalada de la guerra comercial, nada ha mejorado. Ayer, Trump ha asegurado que no tiene "prisa" para cerrar un acuerdo comercial con China, después de que ayer entrara en vigor el aumento de los aranceles del 10 por ciento al 25 por ciento a 200.000 millones de dólares en importaciones de productos chinos. "Las conversaciones con China siguen de una forma muy agradable. No hay ninguna razón en apurarse, ya que China está pagando unos aranceles del 25 por ciento a Estados Unidos por 250.000 millones de dólares de bienes y productos", ha expresado Trump en Twitter. Fue por este medio que el domingo pasado anunció, en apenas dos tuits, que volvería a subir los aranceles a los 200 mil millones de importaciones. Los aranceles elevados este viernes se suman a los que ya estaban aprobados sobre importaciones por valor de 50.000 millones de dólares.
Las cifras son enormes, pero aún lo es más el déficit comercial bilateral: Estados Unidos acumuló en 2017 un desbalance de 421 mil millones de dólares en su relación comercial con China.
Sobre los nuevos aranceles, Trump no olvidó destacar que "estos pagos masivos van directamente al Tesoro de Estados Unidos y el proceso para aprobar nuevos aranceles sobre los 325.000 millones de dólares restantes ya ha comenzado", ha añadido. Trump ha cuantificado los ingresos anuales por aranceles en más de 100.000 millones de dólares, los que generan "más riqueza para el país que un trato comercial fenomenal de cualquier tipo".
Trump explicó en uno de sus tuits que "EEUU sólo venden a China aproximadamente 100 mil millones de dólares de bienes y productos, un desequilibrio muy grande. Con los más de 100 mil millones de dólares en aranceles que recibimos (ahora), compraremos productos agrícolas de nuestros grandes agricultores, en mayores cantidades que China, y los enviaremos a países pobres y hambrientos en forma de ayuda humanitaria. Mientras tanto, seguiremos negociando con China. Hemos perdido 500 mil millones de dólares al año, durante muchos años, en un alocado trato comercial con China. ¡No más!"
Claramente, Trump sabe de estar en una posición de fuerza, y si bien China anunció medidas de represalia no tiene muchos puntos de apoyo para hacer sentir a Estados Unidos el mismo castigo que este le inflige. China, señalan los críticos de Trump, hará pagar esos aranceles extra al consumidor estadounidense. Pero eso está aún por verse. China no tiene un cliente alternativo para semejante volumen de productos de consumo, que constituyen el grueso de sus exportaciones a Estados Unidos, el mayor mercado de bienes de consumo del planeta.
Los analistas de mercados se mostraron contrarios al giro proteccionista de Trump. "El riesgo de un colapso total de las conversaciones comerciales ciertamente se ha incrementado", dijo la calificadora de riesgo Moody's. Trump quiere que China cambie sus políticas sobre propiedad intelectual, reduzca sus masivos subsidios a sus empresas estatales, compre más productos estadounidenses y deje de forzar a las compañías extranjeras a compartir sus secretos tecnológicos. Las empresas estadounidenses "apoyan la idea en el corto plazo, si esto nos ayuda a lograr un acuerdo fuerte, aplicable y a largo plazo que solucione cuestiones estructurales", dijo la Cámara de Comercio Estadounidense.