El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, insinuó ayer que el mandatario sirio Bashar Assad tal vez tenga que dejar el poder después del letal ataque con armas químicas de esta semana en su país. A bordo del avión presidencial, Trump dijo a periodistas que lo ocurrido en Siria es "una desgracia para la humanidad" y sostuvo que evalúa con el Pentágono alguna opción militar en respuesta al bombardeo. Agregó que el ataque "no debió haber ocurrido, y no debió permitirse que ocurriera". Trump no dijo cómo va a ser la respuesta de su país, sino que tan sólo dejó entrever medidas militares.
Al respecto, el secretario de Estado Rex Tillerson advirtió ayer que Estados Unidos está considerando "una respuesta apropiada" al ataque con armas químicas. "Es un asunto serio, que requiere una respuesta seria", señaló.
Un giro que ponga como blanco al gobierno de Assad supondría un cambio fundamental en la guerra en Siria desde que se inició en 2011. Rusia respalda a Assad desde finales de 2015, por lo que cualquier acción militar para atacar en el terreno a su fuerza aérea podría afectar también los sistemas de defensa aéreos rusos y a su personal militar.
Al respecto, el gobierno sirio negó ayer el uso de armas químicas: "Nuestro ejército no usó armas químicas y no usará armas químicas ni contra civiles ni contra terroristas", insistió el ministro de Asuntos Exteriores, Walid al Muallem. Reiteró además las explicaciones dadas por Rusia de que la fuerza aérea siria esta semana bombardeó un depósito de armas químicas de "terroristas" en Jan Sheijun. En esa localidad del noroeste de Siria murieron más de 86 personas, según activistas, por los efectos de un gas tóxico. Decenas más resultaron heridas.
El Ministerio de Salud en Turquía aseguró ayer en Ankara que se empleó gas Sarín en el ataque, según se concluyó tras las autopsias practicadas a tres víctimas. "Los primeros resultados de la investigación señalan que en los enfermos se detectaron síntomas que indican que estuvieron expuestos a un agente químico (Sarín)", informó el ministerio.
Testimonios
Mohammed Abu Abdu es camarógrafo y ha filmado muchos ataques aéreos en la guerra civil que se libra en Siria. Lo que vivió el martes no lo olvidará nunca. Cuando vio los cazas en el cielo sobre la ciudad de Jan Sheijun, corrió a la terraza. En sus imágenes se ven dos densas columnas de humo. "Fueron aviones sirios, lo vi", cuenta. "Vi cómo lanzaron cuatro misiles desde el norte". Lo que vivió después lo describe en apenas dos palabras: "Puro horror". Llamó enseguida a un pariente que trabaja para los servicios de rescate, que partió de inmediato para la zona. Poco después, el pariente le llamó y le dijo: "Aquí pasa algo, llama a alguien. Es un ataque con Sarín". Poco después comenzaron a circular en las redes sociales las primeras imágenes sobre las víctimas. Mostraban personas que yacían temblando, inmóviles, con dificultad para respirar. Los equipos de rescate las rociaron con agua para intentar lavar el presunto agente químico. "A través de la radio de los equipos de rescate oía cómo hombres y mujeres gritaban pidiendo ayuda, y cómo los rescatistas, presos del pánico, intentaban afrontar lo que estaban viendo. En toda la ciudad cundió el pánico".
Yalal Hamad al Yussif cree que también respiró gas tóxico cuando su barrio fue bombardeado. Una de las zonas atacadas estaba cerca de una panadería en Jan Sheihun, dijo este hombre de 44 años: "Sentí dolor de cabeza y vomité. Después perdí el conocimiento", relató. Cuando despertó, estaba en un hospital en la ciudad turca de Antakya, a donde fue llevado tras unas tres horas en coche desde Jan Sheihun. En su habitación, Yalal está conectado a una botella de oxígeno. Sus ojos todavía le duelen, cuenta. En el hospital han sido ingresados 13 parientes suyos.
Crueldad. Una de las víctimas del bombardeo con gas Sarín es examinada por médicos turcos en Ankara.