Indonesia rescató a casi 800 refugiados de un barco que se hundía, pero horas antes había denegado a la nave permiso de paso, mientras que otra embarcación fue devuelta por Tailandia al mar tras darles agua, comida y medicinas a sus ocupantes. En ambos casos se trataba de migrantes de la perseguida minoría musulmana de los rohingya, que huyen de Myanmar y Bangladesh. Estos últimos episodios señalan el agravamiento de la crisis de refugiados en el sur de Asia.
Las autoridades navales indonesias se habían negado a aceptar la nave, pero al ver que estaba a punto de hundirse autorizaron a los pescadores y a la marina a que fueran en su auxilio. "Nuestra tarea es evitar que los barcos sin documentos entren en nuestra zona territorial, pero ayudaremos si se trata de una cuestión humanitaria", indicó un vocero. Indonesia —un país formado por miles de islas al sur de Asia, que es bisagra entre el océano Indico y el Pacífico— no forma parte de la Convención de la ONU sobre los Refugiados de 1951, pero en el pasado ha dado acogida a inmigrantes, a la espera de que la agencia de la ONU decida sobre su status. Ayer, los migrantes fueron alojados en la isla de Aceh.
Agua y comida. Indonesia ya había rechazado un barco el pasado lunes, alegando que los refugiados querían llegar a Malasia. Las autoridades les dieron agua y comida y los devolvieron al mar. Ahora, fue Tailandia la que no permitió el paso de otro barco, cargado con cientos de integrantes famélicos de la minoría rohingya.
En toda cuenca del Indico occidental, se estima que hay entre 6000 y 20.000 migrantes en medio del mar. En su mayoría son rohingyas que huyen de la persecución étnica en Myanmar y de la pobreza en Bangladesh. La mayoría de los migrantes se dirige a Malasia, pero después de que más de 1500 de ellos tocaran tierra en Malasia e Indonesia la semana pasada, ambos países comunicaron que rechazarían nuevos barcos con inmigrantes.
Tailandia, una monarquía autoritaria, no ha articulado una respuesta oficial a la crisis, más allá de convocar a una conferencia regional para discutir el problema. El martes, la marina tailandesa rechazó un barco con miles de pasajeros, instándolos a dirigirse a Malasia, mientras que al día siguiente las autoridades malasias rechazaron dos barcos con al menos 800 personas. Una nave de la armada tailandesa que se acercó a una nave de migrantes mantuvo la distancia. Su comandante dijo que los migrantes habían "ingresado ilegalmente". El barco recibió ayuda, como agua y alimentos, pero no se le permitió el ingreso a un puerto tailandés. Tailandia, que muchas veces sirve como punto de tránsito para los inmigrantes, ha solicitado reuniones de alto nivel entre los actores regionales, pero Myanmar ha rechazado esta propuesta alegando que no quiere que "el problema se internacionalice".
"Lo que vemos ahora es una especie de ping-pong marítimo", dijo Joe Lowry, vocero de la Organización Internacional para las Migraciones, en Bangkok. "Es un ping-pong marítimo con seres humanos. ¿El resultado del juego? No quiero dramatizar, pero si a esa gente no se la asiste y lleva a tierra pronto, vamos a tener un barco lleno de cadáveres".
La oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur) les pidió a los gobiernos de la región que pongan en marcha operativos de búsqueda y rescate, pero sin éxito. "Es un desastre humanitario en potencia", alertó Jeffrey Savage, funcionario de ese organismo.
El vocero militar de Indonesia, el general Fuad Basya, dijo que los militares "alejarían cualquier barco que intente adentrarse sin permiso en aguas indonesias, incluidos los barcos de pueblos como los rohingya". Pero ayer cientos de ellos fueron finalmente acogidos en la isla de Aceh, Indonesia. El cuadro de desnutrición y deshidratación que presentaban los migrantes era dramático. Muchos debieron recibir suero y asistencia médica precaria en un campamento improvisado. Los desmayos eran comunes entre hombres jóvenes visiblemente desnutridos, en cuyos torsos desnudos resaltaban las costillas.