Secuestrar al jefe, nueva moda contra el creciente malestar social en Francia
La crisis económica global sin duda va a aumentar los índices de criminalidad. De hecho, en Francia
se ha puesto de moda un nuevo fenómeno delictivo: secuestrar al jefe. El presidente francés,
Nicolas Sarkozy, no está dispuesto a tolerar ese tipo de actos, pero la población mayoritáriamente
no los condena y sus amenazas cayeron en saco roto. "¿Qué historias son esas de rehenes?", se
encoleriza un gesticuloso Sarkozy.
9 de abril 2009 · 01:00hs
París. — La crisis económica global sin duda va a aumentar los índices de
criminalidad. De hecho, en Francia se ha puesto de moda un nuevo fenómeno delictivo: secuestrar al
jefe. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, no está dispuesto a tolerar ese tipo de actos, pero
la población mayoritáriamente no los condena y sus amenazas cayeron en saco roto. "¿Qué historias
son esas de rehenes?", se encoleriza un gesticuloso Sarkozy. "Vivimos en un Estado de derecho. No
voy a permitir tales actos", aseguró. Pero apenas unas horas después, grupos de trabajadores
franceses volvieron a retener a directivos como protesta ante el cierre de una planta de adhesivos
del grupo británico Scapa, que fueron liberados ayer.
En el último mes, ejecutivos de las filiales francesas de Caterpillar, 3M y Sony
que despidieron personal fueron tomados cautivos por trabajadores descontentos por la eliminación
de puestos de trabajo. La práctica podría continuar porque la táctica está dando resultado
"No deseo una sublevación social, pero veo revueltas en las empresas", dijo la
dirigente socialista y ex candidata presidencial, Segolene Royal, para quien los trabajadores no
tienen otra forma de ser escuchados. "La violencia nace en de los empresarios, que sólo piensan en
su propio beneficio y destruyen puestos de trabajo", dicen por su parte los sindicalistas.
Tras las protestas en toda Francia en marzo, Sarkozy dejó claro que no haría más
concesiones. Los sindicatos, que movilizaron a las calles a miles de personas, quedaron
literalmente con las manos vacías. Cuando poco después empleados de Caterpillar en Grenoble tomaron
como rehenes durante una noche a su jefe, Nicolas Polutnik, y otros directivos, el mandatario tomó
cartas en el asunto y dijo que "no dejaría a los trabajadores en la estacada". Al final, se
salvaron 133 empleos y los trabajadores recibieron más dinero para planes sociales. La privación de
libertad no tiene consecuencias jurídicas.
La combatividad de las “bases” en las empresas también se ha
visto alentada por las informaciones sobre las millonarias primas de altos ejecutivos, cuyas
empresas fueron rescatadas por el Estado con generosos aportes. Esto aumenta la indignación.
“Quieren llevarnos como ovejas al matadero, pero van a enfrentarse a leones”, dijeron
los empleados de la planta de neumáticos Continental de Clairoix tras una negociación sobre la
crisis en el palacio presidencial. “No queremos pagar su crisis”, dijeron.
Críticas. Esto está mellando la confianza en Sarkozy, que asumió el cargo como
“presidente del poder adquisitivo” que “buscaría el crecimiento con uñas y
dientes”. Y ahora, la oposición, incluido el líder del centrista MoDem, François Bayrou,
muestra comprensión por la toma de rehenes. La gobernante UMP acusa a la oposición de
“promover la violencia mañana, tarde y noche” y alentar políticamente “los miedos
de los franceses”. Sin embargo, el malestar social no está beneficiando a los partidos
opositores. Al contrario, los sociólogos temen que ésta salte de la economía a la sociedad.
En el palacio Elíseo los temores son parecidos. La crisis crea
“una situación peligrosa de tierra fértil para los extremos”, dijo el asesor de
Sarkozy, Henri Guaino. En los años 30, las crisis alimentaron el antisemitismo y el totalitarismo.
“Esta crisis sigue el patrón de todos los capítulos de un libro de economía. Debemos tener
cuidado de que no acabe en los libros de bolsillo de historia”.