La ofensiva represiva del gobierno chavista de Nicolás Maduro ha puesto en la mira a los periodistas. Al menos tres casos se han sucedido durante la semana pasada. El del informador polaco Tomasz Surdel es estremecedor, y se suma a la expulsión de un alemán luego de estar meses detenido y al arresto temporal de un conocido periodista local. La impresión es que esta línea de acción continuará, para mellar la cobertura internacional del creciente viraje represivo del gobierno chavista.
El periodista polaco Tomaz Surdel narró su brutal arresto: "Me pusieron una capucha en la cabeza y comenzaron a darme coñazos (puñetazos) sin preguntar nada, sin discutir, durante dos o tres minutos. Cuando me sacaron la capucha tenía una pistola apuntándome. Uno de ellos dijo ¡Dispárale!'. Apretó el gatillo, pero la pistola no estaba cargada". El relato del reportero polaco recogido por el diario El Nacional es tan escalofriante como las magulladuras de su rostro, desfigurado por la paliza que recibió de los agentes de inteligencia del chavismo. El corresponsal de Gazeta Wyborcza, el diario de mayor circulación de Polonia, vivió la noche del jueves en primera persona cómo actúan las fuerzas represivas venezolanas contra los periodistas. El polaco regresó a finales de enero a Venezuela , país en el que vivió durante varios años, para cubrir la crisis política y social. "Escribí un artículo sobre las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Imagino que ninguno de mis artículos le gusta al gobierno, pero no había tenido problemas hasta ahora", narró.
Organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Provea, acusan al FAES de haberse convertido en escuadrones de la muerte, luego de denunciar numerosas ejecuciones durante sus operativos en barrios populares de Venezuela. Los familiares de estos ejecutados en los barrios pobres no tienen los recursos comunicacionales de otras víctimas, así que muchas de esas muertes han quedado en el olvido.
La paliza con simulación de ejecución de Surdel es parte de la nueva arremetida contra los periodistas del régimen, que se aceleró en enero con el desafío del Parlamento contra Nicolás Maduro al nombrar presidente interino a Juan Guaidó, y que coincide con la asfixia contra los pocos medios que sobreviven al cerco. La represión chavista contra los medios incluye bloqueos de webs, redes sociales, redes VPN, de YouTube y de audios del tipo "Soundcloud". Los discursos de Juan Guaidó resultan sistemáticamente censurados en radio y televisión.
Durante la semana pasada se sumó la detención durante 25 horas del periodista radial y de redes Luis Carlos Díaz, acusado de ser cómplice del "sabotaje eléctrico", además de la captura de Rafael González, chofer del equipo de CNN que después de 48 horas desaparecido pasó por los tribunales, fue acusado de conspiración y asociación para delinquir. Este modus operandi ilegal se repite sistemáticamente: los encapuchados armados con fusiles secuestran sin orden judicial y luego el secuestrado aparece ante un tribunal.
La semana previa, el periodista estadounidense Cody Weddle fue detenido por agentes de Contrainteligencia Militar, interrogado durante 12 horas y finalmente deportado, sin que se hubiera ofrecido ninguna información de los motivos hasta el momento. Fue solo el inicio.
El presentador mexicano Jorge Ramos, de la cadena Univision, fue detenido a fines de febrero mientras entrevistaba a Maduro en el palacio de gobierno y luego fue deportado junto con su equipo de producción. Ahora el periodista y documentalista alemán Billy Six fue liberado tras permanecer meses encarcelado por el supuesto delito de espionaje. Bix estaba preso dede noviembre. No fue deportado, pero dejó ayer el país, de regreso a Alemania.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de Prensa (SNTP) contabiliza 40 detenciones arbitrarias en lo que va del año, durante las cuales se realizaron interrogatorios "en condición de aislamiento o incomunicación". "El gobierno no tiene límites y podemos esperar más ataques a los periodistas nacionales y extranjeros", advirtió Andrés Cañizález, director de Medianálisis.