El Papa Francisco, que ya medió en 2016 para tratar de encontrar un acuerdo a la crisis venezolana, no parece dispuesto a participar esta vez en otro intento de resolución del conflicto.
El Papa Francisco, que ya medió en 2016 para tratar de encontrar un acuerdo a la crisis venezolana, no parece dispuesto a participar esta vez en otro intento de resolución del conflicto.
Al menos eso se desprende de la carta que escribió el pasado 7 de febrero a Nicolás Maduro y cuyo contenido publicó ayer el diario italiano Corriere della Sera. En los fragmentos filtrados, el Pontífice lamenta que el líder chavista incumpliese los acuerdos y se frustrase el diálogo en la última negociación que se llevó a cabo, en República Dominicana, y en la que la Santa Sede participó como mediadora. Unas promesas, que como ya señaló hace una semana, quedaron en humo.
El Papa se dirige esta vez a Maduro con el encabezamiento de excelentísimo señor y no como presidente. Un hecho que personas cercanas a Francisco, como Guzmán Carriquiry, responsable de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano, interpretaron como una sutil manera de expresar la falta de apoyo a Maduro, a quien no reconoce el cargo en la carta.
En el avión de regreso de su visita a Emiratos Arabes Unidos, la semana pasada, el Papa aseguró que "para que se haga una mediación, se necesita la voluntad de ambas partes. Las condiciones iniciales son claras: que las partes lo pidan, siempre estamos disponibles". Ambas partes han solicitado su intervención, pero el Pontífice no parece ya muy abierto a esa posibilidad.
Francisco arranca la carta recordando los repetidos intentos solicitados por Maduro y realizados por la Santa Sede en los últimos años, para "tratar de encontrar una salida a la crisis venezolana". "Desafortunadamente, todos fueron interrumpidos, porque lo que se había acordado en las reuniones no fue seguido por gestos concretos para implementar los acuerdos", escribe el Pontífice. Aquel episodio causó enorme decepción en la Santa Sede.