Los candidatos a la presidencia de Brasil buscan con dificultad compañeros de fórmula que les garanticen votos, recursos y espacios en radio y la televisión y aleje el fantasma del "impeachment" (juicio político) en 2016 de la presidenta Dilma Rousseff, enfrentada a su vice y sustituto Michel Temer. La opción por un vicepresidente "es producto de una estrategia de equilibrio de la chapa (binomio) y de búsqueda de votos (...), es una ecuación compleja", dijo Ricardo Caldas, politólogo de la universidad de Brasilia.
De los presidenciables que lideran las encuestas, el ultraderechista Jair Bolsonaro y el centroizquierdista Ciro Gomes oficializaron sus candidaturas sin un vicepresidente a su lado; y la ecologista Marina Silva y el centroderechista Geraldo Alckmin van por el mismo rumbo.
Caldas sostiene que las "indefiniciones" se deben en parte a la situación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, líder en las encuestas, que purga más de 12 años de cárcel por corrupción. El Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) mantiene su candidatura, aunque ésta seguramente será invalidada por la Justicia electoral.
La postura del PT "genera indefiniciones muy grandes en todo el escenario electoral", afirma Caldas. Además, "los candidatos tienen dificultades para encontrar un nombre que no solo les aporte tiempo de televisión y los fondos" que la ley electoral distribuye entre los partidos, "sino también que les traiga votos", apunta el analista Everaldo Moraes.
Los partidos apuran negociaciones —hasta con fuerzas ideológicamente opuestas— para lograr alianzas antes del 5 de agosto, cuando vence el plazo para decidir las candidaturas en unas elecciones que se proyectan como las más inciertas y polarizadas desde el retorno de la democracia en 1985. "Lo que los candidatos están buscando, en este sistema de presidencialismo de cooptación, es tiempo de televisión y la llamada gobernabilidad, que tantos escándalos originó", escribió el columnista Merval Pereira, del periódico O Globo, en referencia a los pactos vinculados a sobornos.
Ofertas retrasadas
En elecciones pasadas, sostiene Moraes, los binomios presidenciales se definieron en torno a "tucanos y petistas", como se llama respectivamente a los simpatizantes del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, centroderecha) y del PT, que han dominado la pelea electoral desde 1994. "Hoy tenemos cuatro candidatos con cifras (en los sondeos) que pueden llevarlos a la segunda vuelta", agrega.
Bolsonaro, a la cabeza de intenciones de voto en una primera vuelta sin Lula, ya recibió dos negativas (de un senador evangélico y de un general de reserva) y espera respuesta de la abogada Janaina Paschoal, que formuló las acusaciones de manipulación de las cuentas públicas que llevaron a la destitución de Rousseff por el Congreso.
Alckmin también vio rechazada una invitación a integrar su fórmula por el empresario Josué Gomes, hijo de José Alencar, quien como vicepresidente de Lula fue el puente entre el PT y los industriales. De su lado, Marina Silva sigue sin cerrar alianzas y Ciro Gomes hace guiños al PT, después de que la coalición de partidos conservadores con un peso decisivo en el Congreso (el centrao) se inclinase por Alckmin.
El fantasma del impeachment
Moraes señala la posibilidad de que se haya sumado un nuevo factor en la compleja ecuación vicepresidencial, después del conflicto que sacudió el actual mandato y que llevó a Rousseff a acusar de "traidor" a Temer. "En este momento debe ser difícil para los candidatos escoger un nombre que tenga un potencial de votos, que ayude con el tiempo en TV y que no traiga inestabilidad", afirma. "Nuestro pasado reciente mostró cuán importante puede ser la figura de un vicepresidente, y no debe ser despreciada", añade. Tanto el "tucano" Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) como Lula tuvieron relaciones anodinas con sus compañeros de fórmula, Marco Maciel y José Alencar respectivamente. Pero en décadas pasadas, los vicepresidentes quedaron varias veces al frente del país ya sea por tragedias —como el suicidio del presidente Getulio Vargas en 1954—, enfermedades, renuncias o crisis políticas, como el proceso de impeachments contra Fernando Collor en 1992 y el de Rousseff.
Carlos Pereira, de la Fundación Getulio Vargas, desestima esos temores. El binomio presidencial "tiene mucha independencia de los partidos que les dan apoyo (...). Por eso no creo que las alianzas pasen por un cálculo del presidente, de que su vice presidente sea consistente con sus preferencias", afirma. "Muchas veces (los candidatos a presidente) escogen un vice diametralmente opuesto a ellos", indica Carlos Pereira, evocando las inverosímiles alianzas que se han visto en la actual política brasileña.