Unos 4 millones 200 mil paraguayos tendrán hoy la responsabilidad de decidir si el país se mantiene entre aquellos con gobiernos de centroderecha, en expansión en la región, o da un vuelco hacia la centroizquierda con un triunfo opositor, en las elecciones de única vuelta en las que elegirán al sucesor del presidente Horacio Cartes. Cartes, un potentado de la industria tabacalera, mantuvo durante su gobierno el importante crecimiento económico del país, de alrededor de 4 por ciento anual, apoyado en las exportaciones agrícolas y de electricidad. Sin embargo, Paraguay registra un índice de pobreza de 26,4 por ciento y está clasificado entre los países con mayor corrupción por Transparencia Internacional, que lo ubicó en el puesto 135 en una lista de 180 en 2017.
Aunque son 10 las fórmulas inscriptas, la discusión real está centrada en dos binomios: el del gobernante Partido Colorado, Mario Abdo Benítez-Hugo Velázquez, con buena ventaja en las últimas encuestas, y el de la Gran Alianza Renovada (Ganar), Efraín Alegre-Leonardo Rubín. Todos los sondeos —solo pudieron difundirse hasta hace dos semanas— indican que colorados y opositores de Ganar monopolizarán los votos, aunque existe coincidencia en que el oficialismo corre con ventaja de hasta 20 puntos para retener la jefatura del Palacio de López.
El aspirante de la Asociación Nacionalista Republicana (ANR, nombre formal del coloradismo) es el ex senador Abdo Benítez, escoltado por Velázquez, ex jefe de Diputados, ganadores de la interna que en diciembre relegó al candidato elegido por el propio Cartes y que los colorados leen como la verdadera elección. Gobierno durante seis décadas —solo fuera de la gestión en el período 2008-2016—, el coloradismo se apoya en una poderosa estructura que parece camino a ser clave otra vez en la compulsa de hoy. Del otro lado, el histórico Partido Liberal Radical Auténtico y los partidos Democrático Progresista, Revolucionario Febrerista y Encuentro Nacional, el Frente Guasú y Concertación Nacional Avancemos País se unieron en Ganar, y van a la pulseada con el ex senador Alegre y el periodista Rubín como binomio. Quien gane asumirá la jefatura del Palacio de López el 15 de agosto y se quedará hasta 2023, sin chance de reelección, al menos hasta ahora, porque la Constitución nacional veta esa posibilidad. Además de mandatario y vice, hoy se eligen 45 senadores (más 30 suplentes), 80 diputados (más 80 suplentes), 17 gobernadores, 17 juntas departamentales y los 18 miembros del Parlamento del Mercosur (más 18 suplentes).
Una de las novedades de los comicios es que vuelve a aparecer con alguna chance de imponerse una alianza similar a la que se armó en 2012 y que logró, con el triunfo de Fernando Lugo, terminar con la hegemonía colorada. Aquel acuerdo se destrozó cuando parte del PLRA apoyó el golpe institucional que terminó con Lugo fuera del cargo, por su responsabilidad política en la llamada masacre de Curuguaty, donde murieron 11 campesinos y 6 policías, en el desalojo de una propiedad ocupada por trabajadores.
Cuentas pendientes
Superadas por demás las heridas que dejó su interna y con su maquinaria electoral a pleno (un millón y medio de afiliados), el Partido Colorado debió enfrentar en la campaña los reclamos por las cuentas pendientes de su gestión (altas cifras de pobreza, baja inversión en educación, un crecimiento económico que no llegó a todos los sectores) y por el pasado de su candidato. Es que Abdo Benítez, a quien la prensa llama "Marito", es hijo de Mario Abdo, secretario del dictador Alfredo Stroessner, a quien suele rescatar en sus declaraciones. Sabedor de las carencias del país, el candidato colorado lanzó un pliego de propuestas: promover una Asamblea Nacional Constituyente que trabaje sobre una necesaria reforma del Poder Judicial, lograr una "revolución educativa" que lleve el porcentaje de Educación al 7 por ciento del PIB, y mejorar la base contributiva del país, que tiene un esquema con impuestos muy bajos. Alegre, por su parte, hizo campaña enarbolando las que serán sus cinco primeras medidas si llega al gobierno: reducir el costo de la tarifa de luz (en base a que el país cuenta con dos importantes centrales hidroeléctricas, Itaipú —compartida con Brasil— y Yacyretá —con Argentina—; lograr la salud básica gratuita; promover un salto cualitativo y cuantitativo en el sector educación y llamar a una Asamblea Nacional Constituyente para sanear la Justicia. Las elecciones —que serán de 7 a 17, 8 a 18 de Argentina— pueden marcar también que tres ex presidentes compartirán el Senado en el próximo período: el actual mandatario, Horacio Cartes, y sus antecesores Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo. Además de las dos fuerzas principales, otras fórmulas representan a estructuras nuevas e incluyen a figuras recién llegadas a la política, como el Movimiento Cívico Nacional Unámonos, que lleva a Eleno Ferreira para la Presidencia y para la vice a Carlos "El Toro" Giménez, el mejor boxeador de la historia paraguaya.
Se presenta también el Movimiento Reserva Patriótica, con el militar retirado Ramón Benítez en el primer lugar de la fórmula, seguido de Carlos Duarte. Otra novedad es la inscripción del Movimiento Nacional Artistas del Paraguay, con la dupla Jaro Anzoátegui-José Cabello, y la del Partido Verde Paraguay, que tiene como aspirante a Juan Bautista Ibáñez y a Salvador Invernizzi. Completan la grilla para presidentes el Partido Socialista Democrático Herederos, con Germán Ortega-Roberto Velázquez; el Movimiento Patriótico Popular, con Atanasio Galeano-Irma Vera; el Frente Amplio, con Pedro Almada Galeano-Carlos Galeano Perrone, y el Movimiento Soberanía Nacional, con Efraín Enríquez-Bernardino Méndez. Los comicios serán observados por 307 representantes de la OEA, la UE, el Mercosur y de la Unión Interamericana de Organismos Electorales.
La precaria situación de los campesinos “sin tierra”
Sin tierra, con pocas semillas, poca agua y poca energía eléctrica, los pequeños campesinos resisten en Paraguay a lo que consideran un plan gubernamental para eliminarlos y no esperan que eso cambie tras el voto. “El futuro es negro, pero tenemos que resistir porque si no, sería más negro”, dice Carlos Aguilar, miembro de la dirección del Frente Nacional Campesino (FNC), una organización que lucha por una reforma agraria en el país. A sus espaldas se extiende una franja de 500 metros de largo por unos 30 metros de ancho de tierra roja, salpicada de casas precarias, donde residen las 50 familias que conforman la comunidad hortícola Isla Pacú, en el Departamento Central. Esa es la única tierra que poseen. Las seis hectáreas que cultivan, a ambos lados de la franja, son alquiladas.
Se estima que en Paraguay —donde el 40% de los casi siete millones de habitantes reside en el campo— hay 18 millones de hectáreas de tierra cultivable, pero el 80% de la misma está en manos del 2% de la población. Igualmente, no hay catastros oficiales y suele haber dos títulos de propiedad para una misma tierra, porque los papeles se venden al mejor postor y más de una vez.
Las familias que no tienen tierra y no pueden pagar un alquiler se asientan a la vera de los caminos o viven de la solidaridad de otros pequeños productores. El emblema de la lucha ante la concentración de la tierra son las ocupaciones. Los terrenos a ocupar se eligen cuidadosamente, teniendo en cuenta la envergadura del latifundio y cuántas familias sin tierra hay en la zona. Los preparativos llevan hasta un año porque incluyen acopio de comida surgida de varias cosechas y también la preparación de los elementos de resistencia que usarán ante la represión policial.
La falta de tierra no es el único problema. A éste se suman la escasez de agua, luz, infraestructura en general y el difícil acceso a las semillas.