Charlotte/Washington. — De la "esperanza" y la promesa de "cambio" de hace cuatro años a un sobrio "adelante" y, sobre todo, a una petición de "confianza" pese a lo "difícil" del camino que falta recorrer. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, parece consciente de que la "magia" que lo llevó a la Casa Blanca en 2008 se ha desvanecido y lo que ahora prima es convencer a un menos entusiasta electorado de por qué necesita "four more years" —los "cuatro años más" de los cánticos de sus seguidores.
Y a eso se dedicó en el que probablemente sea su discurso más importante de la campaña electoral, el de aceptación de la nominación del Partido Demócrata al cierre de la convención en Charlotte, el jueves a la noche. "El desafío para Obama —había advertido el Washington Post— no es ver si puede replicar la magia" de 2008. Lo que debe hacer es "inspirar otro tipo de confianza, una que requiere, quizás, menos fe ciega en el hombre y una confianza más realista en su liderazgo". Y Obama fue muy enfático: ahora no promete imposibles sino que tiene muy claro que el camino no será sencillo. "Nunca dije que este viaje sería fácil y no lo voy a prometer ahora", subrayó Obama en Charlotte. "Sí, nuestro camino es más difícil, pero lleva a un lugar mejor", que el que proponen los republicanos de su rival Mitt Romney.Su discurso careció sin embargo de la mentada "magia" que impregnó sus alocuciones cuatro años atrás. Y así lo atestiguaron los aplausos fuertes, pero claramente menos entusiastas, con que fueron recibidas sus palabras.
Es que ya no se trata del mismo Obama, como puntualizó el propio mandatario. "Ya no soy sólo un candidato. Soy el presidente", recordó. Y eso significa ser consciente de las implicaciones de sus decisiones: "Sé lo que significa enviar jóvenes a la guerra, porque he tenido entre mis brazos a madres y padres de aquellos que no regresaron".
Los decepcionados.Con todo, Obama era muy consciente de un objetivo clave de su alocución: contrarrestar el mensaje lanzado una semana atrás por Romney en su propia cita partidaria en Florida, y que podría tener un efecto devastador en noviembre. Romney se dirigió directamente a aquellos que en 2008 votaron por Obama y que, cuatro años más tarde, se sienten decepcionados. Y plantó la idea de que "ha llegado el momento de pasar página, dejar atrás las decepciones de los cuatro últimos años" de Obama. Porque no es grave cambiar el voto, dado que "sus promesas sólo han llevado al desencanto y la división".
Un mensaje muy peligroso, sobre todo en vista de que las encuestas muestran insistentemente que Obama y Romney están prácticamente empatados en cuanto a preferencias de voto. Los demócratas contaron con la ventaja de celebrar su convención justo después de la de los republicanos, con lo que tuvieron tiempo de tratar de contrarrestar sus mensajes, a la par que pudieron orientar mejor los mensajes propios hacia los sectores más desencantados. Para eso trabajaron duro para que la cita en Charlotte fuera una muestra de esa "diversidad" que aseguran que encarna su partido. Por el podio desfilaron representantes de los más distintos sectores de la sociedad: jóvenes, ancianos, mujeres, latinos, militares y hasta el hijo de una pareja gay y una joven indocumentada.
Visiones opuestas. Pero el remate final estaba en manos del propio Obama, y él se esforzó en su discurso en dejar claro que la cita en las urnas del 6 de noviembre es algo que va mucho más allá de personalidades o partidos. En estas elecciones, advirtió, están en juego dos visiones "fundamentalmente distintas". Una, la de Romney, destinada a beneficiar "a unos pocos", que pondría en peligro los logros ya conseguidos en la larga recuperación de estos 4 años y que, en materia de política exterior, amenaza con llevar al país "de vuelta a una era de bravuconadas y metidas de pata que tanto le costó a Estados Unidos", en directa referencia a la era Bush. Luego está su visión, que describió como un trayecto "más largo" pero que garantiza, aseguró, que seguirá abierta para la mayoría de los ciudadanos la "puerta de la oportunidad a una vida de clase media", esa misma que a Obama le permitió llegar adonde está. La efectividad de su mensaje se verá en los próximos días y semanas de campaña que, ahora sí, arranca en serio. (DPA)