Choferes y cobradores de ómnibus del área metropolitana de San Pablo continuaron con un paro iniciado el jueves que afectó a miles de pasajeros. La medida de fuerza es parte del marco de conflictos sociales y laborales que se han agudizado a 20 días del inicio del Mundial de Fútbol. Asimismo, los "Sin Techo" ocupan un terreno en San Pablo y exigen que les entreguen viviendas, amenazando con un "Mundial de sangre" en caso contrario. Los trabajadores aprovechan la cercanía de la copa para presionar a las autoridades, preocupadas por un Mundial plagado de huelgas. Las organizaciones sociales de izquierda hacen lo mismo, presionando con sus acciones directas.
Diez ciudades del gran San Pablo fueron afectadas ayer por la falta parcial de ómnibus, por lo que miles de usuarios debieron optar por furgonetas del "transporte alternativo", los trenes o hacer largas filas en las paradas. A las siete de la mañana se registraba un embotellamiento de tránsito de 109 kilómetros diseminado en las principales avenidas paulistas, donde la circulación se vio afectada además por la lluvia.
Con el paro de ayer, San Pablo y su región metropolitana completan cuatro días de problemas, ya que martes y miércoles hubo una huelga de los trabajadores del transporte de la capital que afectó a unos 2,5 millones de personas.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff califica de "oportunistas" a estas medidas de fuerza, que se repiten en otras capitales, y el alcalde paulista, Fernando Haddad, las definió como acciones de "guerrilla" contra la población.
Por otro lado, las organizaciones sociales de izquierda han aumentado su activismo. Una marcha tomó la noche del jueves las calles de San Pablo. Eran unos 15.000 militantes del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), que amenaza con "parar" la ciudad el 12 de junio, cuando se inaugurará el Mundial en el estadio local. "Si no aceptan nuestras reivindicaciones, la ciudad parará el 12 de junio", advirtió el coordinador del MTST, Guilherme Boulos. El dirigente hizo hincapié en unas 1.000 familias que desde hace dos semanas ocupan un terreno localizado a cuatro kilómetros del estadio Arena Corinthians, sede de la ceremonia y el partido de apertura del Mundial. La ocupación, bautizada "Copa del Pueblo", está en manos de la Justicia, que falló a favor de la restitución del terreno a su propietaria, la constructora Viver. Pero ayer se aguardaba una audiencia de conciliación. "Si vienen y quieren desocupar sin negociar, sin dar garantías reales a esas familias, habrá resistencia. Si insisten va a haber una Copa de sangre", amenazó Boulos.
Los manifestantes marcharon por la ciudad al grito de "Copa sem povo, esto na rua de novo" (Copa sin pueblo, estoy en la calle de nuevo), en alusión a las masivas protestas que del año pasado durante la Copa Confederaciones, y que volvieron a producirse este año, pero sin lograr la masividad de 2013. Analistas políticos señalan que si bien las organizaciones sociales y los gremios logran movilizar a sus bases y afiliados, la población general este año se ha mantenido lejos de las calles. Y a 20 días del Mundial difícilmente salga protestar.