Monti y Berlusconi hacen campaña en un escenario político desfavorable
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, y el actual jefe del gobierno de Italia, Mario Monti, se metieron de lleno en una campaña electoral que a pesar de tenerlos como protagonistas, por...
21 de diciembre 2012 · 01:00hs
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, y el actual jefe del gobierno de Italia, Mario Monti, se metieron de lleno en una campaña electoral que a pesar de tenerlos como protagonistas, por ahora les da la espalda respecto a la preferencia de los italianos. Y ayer, sin hablar directamente, volvieron a cruzarse. Berlusconi afirmó que a Monti no le interesa concurrir a las elecciones generales de 2013 porque pasará de interpretar el papel de "Dios" al de un "pequeño protagonista" y el actual premier retrucó que "sería una irresponsabilidad olvidar los sacrificios que los italianos asumieron". En realidad, ambos decidieron ganar el centro de la escena política luego de conocer las últimas encuestas que le otorgan un 20 por ciento de intención de voto a Berlusconi y tan sólo un 10 por ciento a la coalición que intenta formar Monti, frente al 40 por ciento que está midiendo la centroizquierda.
Sorpresa. Así, Berlusconi comenzó un verdadero raid de entrevistas con un notable endurecimiento de su discurso. En declaraciones a la cadena estatal RAI, arremetió ayer por primera vez contra la posible fórmula que utilizaría Monti para ser candidato: el apoyo de las formaciones centristas, entre ellas la del presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo. "Me quedaría absolutamente sorprendido si Monti participara de modo directo en la campaña electoral. Creo que no le interesa convertirse en un pequeño protagonista de la política, teniendo que echar así por la borda el papel imparcial que adoptó hasta ahora, afirmó.
Monti no dudó en responder con un tiro por elevación al recordar que "hace trece meses Italia tenía fiebre alta y no bastaba una aspirina, sino una medicina amarga no fácil de digerir, pero absolutamente necesaria para extirpar la enfermedad". Al dirigirse a los trabajadores de la planta de montaje de Fiat en Melfi, el jefe de gobierno dijo que "sería irresponsable desperdiciar los muchos sacrificios que hicieron los italianos". Los resultados de esos sacrificios, agregó, podrían ser fácilmente "eliminados" si los italianos se sienten tentados por promesas electorales que están "lejos de la realidad".
Berlusconi, en tanto, abordó el encuentro que Monti mantuvo el miércoles en Roma con los líderes de los movimientos centristas que le pidieron que se presente a las elecciones. "Si se divide el frente de los moderados y se da la victoria de la izquierda, el único resultado que tendrán los «partidillos» del centro será el de apoyar la victoria de la izquierda", aseguró.
Asimismo, "Il Cavalieri", quien había prometido no presentarse a las elecciones si Monti accedía a liderar el centroderecha, se mostró dispuesto a participar en un debate con el premier tecnócrata o con el candidato del centroizquierda y líder del Partido Demócrata (PD), Pier Luigi Bersani. "El «cara a cara» con Bersani o con Monti soy yo el primero que lo pide. Creo que es una cosa muy positiva para hacer entender qué quiere cada uno de estos contendientes. Espero poder hacer más de uno. No tengo problemas, estoy dispuesto", afirmó.
En realidad, la campaña de Berlusconi comenzó cuando le quitó el apoyo al Ejecutivo de Monti, acelerando el fin de su gobierno; siguió al pedir que el propio Monti se presente para liderar todo el frente conservador; luego al postularse él mismo como candidato; y finalmente atrasando la aprobación de la ley de presupuestos. Pero también logró aplazar la fecha de los comicios, que estaban previstos para el 17 y 18 de febrero.
El presidente de la República, Giorgio Napolitano, afirmó que las elecciones se debían celebrar "cuanto antes", a lo que Berlusconi respondió: "¿Para qué apurarse?". Napolitano anunció ahora que los comicios serían el 24 de febrero. Y aunque no sean las dos semanas de tiempo que había pedido, Berlusconi logró una semana más para lograr revertir una cuesta que por ahora parece demasiado empinada para llegar al Palacio Quirinale.