A una semana de su toma de posesión, el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le brindó a Donald Trump un éxito en su campaña para transformar el sistema migratorio estadounidense: permitirá que los peticionarios de asilo permanezcan en México mientras las autoridades de Estados Unidos tramitan sus solicitudes. Esa decisión, revelada ayer por la nueva ministra de Interior mexicana, Olga Sánchez Cordero, en una entrevista en The Washington Post, convierte a México en sala de espera en el complejo proceso migratorio estadounidense. Hasta hoy, un emigrante puede entrar ilegalmente en Estados Unidos y, si pide asilo, queda libre hasta que halla un fallo sobre su caso. Aún quedan muchos detalles por ultimar, hay ansiedad entre los negociadores estadounidenses ante la posibilidad de que el acuerdo acabe colapsando y tampoco hay información oficial de cuándo podría empezar a aplicarse si se finaliza pero Sánchez Cordero, que será ministra de Interior en el gobierno de López Obrador a partir del 1º de diciembre, confirmó el acuerdo.