Alemania y Francia unieron fuerzas para salvar a sus bancos, en problemas por causa de la crisis de Grecia, mientras aumentan las alarmas sobre un casi inevitable default de Atenas. Una quita de su deuda del 60 por ciento se mencionaba ayer en círculos europeos. En una cumbre en Berlín, la canciller germana Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy, a cargo de las dos mayores economías de la zona euro, prometieron auxiliar a los bancos en apuros, pero no hacerlo con fondos europeos, como proponía Francia. Alemania y Francia tienen a sus bancos muy expuestos a la deuda griega.
En medio de indicios que apuntan a que la quiebra de Grecia es inevitable, los dos líderes europeos reconocieron "la responsabilidad especial" de sus países. "Estamos decididos a hacer lo necesario para garantizar la recapitalización de nuestros bancos", aseguró Merkel en conferencia de prensa con Sarkozy en Berlín. Este, por su parte, sostuvo que la propuesta será presentada formalmente a fines de octubre. El francés destacó que "el acuerdo es total". Ambos oficializaron su rechazo a echar mano al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) para auxiliar a los bancos de sus respectivos países. Prevaleció así la postura de Alemania, ya que Francia apoyaba la intervención del FEEF en favor de la banca privada. El FEEF, que se creó con la idea de auxiliar a los Estados miembros, "sólo se activará si un país no puede salir por sí solo", remarcó Merkel.
Cifras astronómicas. Pero de esta forma queda claro que se auxiliará a los bancos en dificultades con fondos nacionales, algo no precisamente popular. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula en 200.000 millones de euros las necesidades de la banca europea. Los bancos franceses son los más expuestos a Grecia, de la que poseen deuda por 53.000 millones de euros, mientras sus colegas alemanes tienen 34.000 millones. Un default griego tendría efectos devastadores en esos bancos y podría provocar a su vez una parálisis de las economías nacionales. Es este el gran fantasma que por estos días no deja dormir a Europa.
Merkel y Sarkozy insinuaron que la iniciativa incluirá un plan para la recapitalización de la banca, una aceleración de la coordinación económica en la Eurozona y medidas para responder a la deuda griega. Esto implicaría reformar los Tratados constitutivos de la Unión Europea y de la Eurozona, algo de muy largo plazo. Sarkozy habló asimismo de una "solución global y duradera" a la crisis de la Eurozona y de una "nueva visión" de Europa, a develar durante la cumbre del G-20 que se celebrará a principios de noviembre. El francés aclaró que el acuerdo alcanzado ayer con Merkel es de "principio" y que irá concretándose en próximos encuentros. "No es el momento de entrar en detalles", remarcó algo paradójicamente, dado el clima de incertidumbre y urgencia que predomina en Europa.
¿Quita del 60 por ciento? La esperada reunión en Berlín fue precedida por un fin de semana cargado de augurios negativos para Grecia. Su insolvencia es virtualmente inevitable y el Eurogrupo está analizando una quita de su deuda de hasta 60 por ciento, según fuentes que participan en las negociaciones. El desafío pasa por impedir que esa quiebra arrastre a otros países, como Italia y España, y que desate además una crisis en el sistema bancario. De esto sin dudas hablaron ayer a puertas cerradas Merkel y Sarkozy, mucho más que de una "nueva visión de Europa". Ambos al parecer discutieron arduamente, dado que la anunciada conferencia de prensa conjunta debió retrasarse.
Señales. La agencia Fitch rebajó el viernes la calificación de Italia y España, y Moody's hizo lo propio con 12 bancos de Reino Unido y Portugal. El sábado, los expertos de la "troika" (el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) que deben aprobar un último y vital tramo de 8.000 millones de euros a Grecia, consideraron insuficientes los esfuerzos hechos por Atenas, mientras que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, advirtió de "un alto riesgo" de que la crisis escale y se expanda. Por si todo esto fuera poco, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, advirtió que una quiebra griega tendría efectos "imprevisibles. Si dejamos caer a Grecia existe el gran peligro de que la crisis se propague a otros países", declaró el portugués. "Nos movemos en terreno inexplorado y discutimos soluciones que nunca pudieron ponerse a prueba", alertó. En suma, Europa avanza a tientas.
Rigor germano
El presidente del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), Sigmar Gabriel, dijo al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, que cualquier ayuda a los bancos se haga a cambio de “regulaciones más estrictas La divisa debe ser: ni un centavo estatal para salvar un solo banco que no aplique reformas profundas”, precisó Gabriel.