Nicolás Maduro prestó juramento ayer ante el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela y comenzó su segundo mandato en medio de una creciente aislamiento internacional y la amenaza de la Asamblea Nacional (Parlamento) de que lo declarará usurpador del cargo. El magistrado Maikel José Moreno Pérez, que estuvo dos veces preso por asesinato, es el presidente de ese Tribunal Supremo de Justicia, y fue el encargado de tomarle juramentación. El gobernante, de 56 años, prestó juramento mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobaba una resolución desconociendo la legitimidad de su segunda presidencia y Paraguay resolvía romper relaciones diplomáticas. La sede de la ceremonia en el Tribunal Supremo es un hecho inédito y un abierto desafío a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que sostiene al igual que buena parte de la comunidad mundial que la reelección de Maduro es ilegal.
"Cumplí con la Constitución. Está certificado mi juramento y desde hoy (por ayer) asumo la presidencia de la república para el segundo período electo por el pueblo 2019-2025", afirmó Maduro sin apenas presencia de mandatarios extranjeros, lo que evidencia el escaso respaldo que tendrá de la comunidad internacional en este nuevo período. Los únicos presidentes que asistieron fueron el de Bolivia, Evo Morales; Cuba, Miguel Díaz Canel; El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Nicaragua, Daniel Ortega, y Osetia del Sur (un país no reconocido por la ONU), Anatoli Bibílov, además de una veintena de representantes de otras naciones. "Por el legado del pueblo, por Simón Bolívar, por nuestros pueblos originarios, por el legado del comandante Hugo Chávez, por los niños y las niñas de Venezuela", juró Maduro. "No daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma", prometió el jefe del Estado, acompañado por su esposa, Cilia Flores, ante un recinto colmado de funcionarios y simpatizantes chavistas.
El mandato iniciado ayer por Maduro es cuestionado por la oposición y por buena parte de la comunidad internacional porque en los comicios del 20 de mayo de 2018, en los que fue reelecto, no participó la mayoría de los adversarios del oficialismo, muchos de los cuales estaban presos o inhabilitados. Además, no se permitió la actuación de observadores electorales independientes y votó menos de la mitad de los ciudadanos empadronados. De hecho, inmediatamente después de que Maduro jurara, Paraguay anunció su decisión de "romper relaciones diplomáticas" con Venezuela y la OEA, en una reunión extraordinaria de su Consejo Permanente, resolvió "no reconocer la legitimidad" del nuevo período del mandatario venezolano.