El desafío electoral que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, pudo eludir este año seguirá presente en 2017, en medio de una crisis económica que no cede. La oposición, que percibió como un revés que el referéndum revocatorio del mandato presidencial fuera bloqueado, espera en tanto recuperar la confianza de sus partidarios. Para ello tendrá al menos dos pruebas en 2017: elecciones regionales (gobernadores) en junio y locales (alcaldes) en diciembre, las cuales no han sido formalmente convocadas. Los comicios de gobernadores debieron hacerse en diciembre de 2016, pero fueron prorrogados al menos seis meses.
La mayoría que alcanzó en las legislativas de fines de 2015 puso a la oposición en el primer plano en la Asamblea Nacional (Parlamento). Sin embargo, una cadena de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) anuló sus funciones y configuró una pugna de poderes que amenaza con extenderse. El jefe de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, se ubicó entre los líderes con más respaldo.
Mientras, la caída de popularidad de Maduro se agudizó en diciembre, cuando decidió retirar de circulación el billete de mayor valor, de 100 bolívares, dejando sin liquidez a los venezolanos, ya que tampoco había llegado al país la nueva familia de billetes de mayor denominación. Maduro espera que un acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) y productores fuera del cartel, que comenzará a funcionar en enero con un recorte del bombeo, impulse al alza el precio del barril de crudo y con él llegue un aumento de los ingresos que permita la expansión del gasto público y de las importaciones. La economía venezolana atravesó un año negro en 2016, con una caída estimada de al menos 8 por ciento del PIB y una inflación de más de 600 por ciento. "2016 ha sido el año más difícil de la Revolución Bolivariana, pero terminamos con una recuperación y avance en todos los campos", afirmó Maduro.
El 2016 era clave para el referéndum planteado por la oposición: al ser el tercero año de su mandato, la salida de Maduro por vía electoral derivaría en nuevos comicios presidenciales. A partir del 10 de enero de 2017 la situación cambiará, pues si Maduro sale del poder, por renuncia o derrota electoral, el vicepresidente ejecutivo ocupará el cargo hasta el final del mandato, en enero de 2019.
Futuro incierto
La oposición no pudo recolectar las firmas de electores para activar el referéndum debido a los recursos legales que propició el oficialismo y que fueron aceptados por tribunales penales. El líder opositor Henrique Capriles asumió la responsabilidad por no haber logrado la realización de la consulta e indicó que el error fue haber caído en la "trampa"del diálogo con el Ejecutivo, que generó expectativas y luego se estancó. No obstante, Capriles dijo que el referéndum no está muerto, por lo que podría retomarlo.
El analista Félix Seijas, de la firma encuestadora Delfos, señaló que el chavismo entra a 2017 con una serie de incertidumbres, mientras que la oposición tendrá una nueva dirección por el cambio al frente de la Asamblea Nacional, que pasará del opositor duro Ramos Allup al estilo más moderado de Julio Borges. Seijas destacó la importancia del 10 de enero como fecha clave para Maduro. Desde entonces "el escenario cambia, pasará a una nueva etapa, donde luchará por imponerse el grupo de más poder en el chavismo", dijo. "La oposición, por su lado, entra con gran apoyo popular, en un escenario en el que el gobierno se ve debilitado internacionalmente", agregó. Indicó que si las elecciones previstas para 2017 no se realizan, la oposición debe aprovechar el costo político que esto representa para el gobierno.
Urnas cerradas
"El gobierno ha tenido un autoritarismo competitivo, mientras pudo ganar las elecciones. Ahora, perdiendo competitividad electoral, no le interesan las elecciones. Su perspectiva es no hacer elecciones. Si no hay nada que los obligue a hacerlas, no las harán". Estimó que con sus actuales niveles de popularidad, el chavismo no ganaría ninguna elección en Venezuela. Agregó que los sondeos de la firma indican que el 90 por ciento de los encuestados opinó que la situación del país está mal y que solo 18 por ciento considera positiva la gestión del gobierno de Maduro.
La oposición, por su lado, no solo no logró este año activar ningún mecanismo electoral, pese al triunfo en las legislativas, que le permitió acceder a 112 de los 167 escaños de la Asamblea Nacional. Tampoco prosperó el planteo para el adelanto de las presidenciales y un proyecto de enmienda constitucional, por las sentencias del TSJ.
El analista político Fernando Mires dijo en el portal de debates Prodavinci que la tarea de la oposición en 2017 se centrará en la lucha por lograr elecciones. "La oposición está enfrentada no solo a un dictador, sino a todo un sistema de dominación política y militar. Esa es la tragedia venezolana. Con Maduro o sin Maduro, el sistema continúa".
Falso diálogo
En 2016 también se dio un intento de diálogo entre el gobierno y la oposición, facilitado por el Vaticano y la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), el cual se estancó en su segunda reunión, debido a las protestas por el incumplimiento del gobierno de los acuerdos. La oposición insistió en pedir la liberación de los políticos presos, el respeto a la autonomía de la Asamblea y la aceptación de la consulta electoral, lo cual que quedó sin respuesta del oficialismo.
En 2017, la mayoría opositora en la Asamblea parlamentaria no dará tregua a Maduro y comenzando enero denunciará el abandono de la presidencia, para insistir en su eventual destitución. Borges sustituirá a Ramos en la presidencia del órgano unicameral por un acuerdo de la bancada mayoritaria. En uno de sus primeros mensajes a Maduro, fue directo al grano: "Presidente, renuncie", dijo.
Néstor Rojas Mavares
DPA