El presidente de Francia, Emmanuel Macron, convocó a dialogar mañana a los principales sindicatos y cámaras empresariales del país para discutir la crisis desatada por las protestas del heterogéneo movimiento de los chalecos amarillos, tras una nueva jornada de manifestaciones que terminó con más de 1.700 detenidos y casi 100 heridos. Ayer, París se recuperaba de la violenta jornada del sábado, con escuadras de operarios que sacaban los paneles de protección de las vidrieras y cambiaban los vidrios reventados de los cajeros automáticos.
"Globalmente" la violencia del sábado fue mucho menor que la de la semana precedente y "el nivel de tensión bajó", pero la situación "no es satisfactoria", declaró el vocero del gobierno francés, Benjamin Griveaux, en una entrevista a la emisora Europe 1. Las autoridades estiman que alrededor de 136.000 manifestantes salieron a las calles en todo el país el sábado, una cifra similar a la semana pasada y cerca de la mitad de las primeras jornadas de protestas masivas, el 17 de noviembre. Unos 10.000 a 12.000 de estos manifestantes se vieron en París.
A nivel nacional, el número de detenidos ascendió a 1.723 personas, de las que 1.220 quedaron bajo custodia en comisarías, precisaron fuentes del Ministerio, mientras que los heridos ascendieron a 96, entre ellos 10 policías.
El diálogo convocado para hoy por Macron también incluiría a los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado, y a los responsables de asociaciones de municipios y regiones, informó el canal France Info. La reunión está prevista para las 10 de la mañana (6 hora de Argentina) y estará precedida por un discurso público de Macron, que podría televisarse esta noche o mañana temprano. Desde que volvió de la cumbre del G20 en Buenos Aires, Macron mantuvo silencio toda la semana _con la excepción de algún tuit_ y dejó la gestión diaria de las protestas al primer ministro, Edouard Philippe.
El viernes pasado, antes de la jornada de movilizaciones del sábado, Philippe recibió a una delegación de una facción moderada del movimiento de los chalecos amarillos. Al mismo tiempo, la ministra francesa de Trabajo, Muriel Pénicaud, se reunió con empresarios y los principales sindicatos del país, con excepción de la Confederación General del Trabajo (CGT), la segunda central del país que decidió boicotear el encuentro. Pese a que estas reuniones con sectores de la sociedad civil se han repetido cada vez con más frecuencia en los últimos días, el arco político reclama una mayor participación del presidente, una figura institucional central en Francia.
El canciller y antiguo líder socialista, Jean-Yves Le Drian, adelantó en una entrevista que la intervención en las próximas horas de Macron podría traer calma al país. "Ahora la cuestión principal es el poder adquisitivo", aseguró en diálogo con el canal LCI y agregó que el inminente discurso de Macron demostrará que "ha entendido este movimiento" y que "un nuevo contrato social indispensable".
Desde hace casi un mes, cientos de miles de franceses identificados con chalecos amarillos han protagonizado masivas protestas en todo el país y algunas de las escenas más violentas de los últimos 40 años en París. Muchos de los reclamos, que abarcan desde la salida de la Unión Europea, la baja de impuestos, hasta un la defensa del medio ambiente y la renuncia de Macron, son apoyados por la mayoría de la población.
Pero la extrema violencia ha también causado rechazo. Ayer los camarógrafos recorrían París para registrar las tareas de reparación de los daños sufridos durante el sábado. La Torre Eiffel y el Museo del Louvre reabrieron, tras cerrar el sábado por temores al vandalismo. Los negocios evaluaban los daños sufridos y barrían vidrios rotos. Muchos bancos se apresuraban a reparar los cajeros automáticos destruidos por los "chalecos amarillos". En muchos casos, era la segunda o tercera vez en el mes en que estas tareas debían realizarse.