El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT), admitió que evalúa ser candidato en las elecciones de 2018, una posibilidad que es reivindicada desde hace meses por los dirigentes de su agrupación ante la crisis que enfrenta la mandataria Dilma Rousseff, bajo amenaza de juicio político. "No puedo decir que soy candidato ni que no lo soy, espero que haya otras personas para serlo. Ahora quiero dejar clara una cosa: si la oposición piensa que va a ganarle al PT porque está acabado, tiene que saber que si es necesario voy a ir a la disputa", afirmó Lula. "Voy a trabajar para que la oposición no gane las elecciones", dijo, y agregó que "sería mejor" que la oposición "esperara hasta 2018", cuando Rousseff termina su mandato, que asumió el 1º de enero.
Lula aludió, sin mencionarlo, al dirigente opositor Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y a sectores del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que impulsaron un impeachment contra la jefa de Estado. Lula recordó que fue derrotado tres veces, en las presidenciales de 1989, 1994 y 1998, y que siempre volvió a su casa para corregir errores y candidatearse en la próxima disputa. Los dirigentes opositores, en cambio, se la pasan "insultando a Dilma", dijo. Descartó la posibilidad de un juicio político a su sucesora. "Creo que las dificultades que pasamos ahora serán vencidas en la medida en que la economía empiece a recuperarse con los programas anunciados", declaró.
Contramarcha. Poco después de dejar el gobierno con cerca del 80 por ciento de aprobación, Lula fue enfático en descartar un regreso al poder. Pero esa posición comenzó a ser revisada, primero con declaraciones evasivas cuando le preguntaban si nunca más iba a postularse, y luego con anuncios más directos, que enviaban mensajes a los opositores y a los mercados financieros. La hipótesis del regreso de Lula está en boca de todos, mucho más tras el desgaste de su correligionaria Rousseff, que tiene sólo el 8 por ciento de aprobación.
El titular del PT, Rui Falcao, dijo que la oposición está "preocupada" con Lula y es por eso que "lo atacan" con el fin, señaló, de hacer inviable su postulación en 2018. En una de las multitudinarias manifestaciones contra Dilma, manifestantes instalaron un muñeco inflable con la imagen del ex dirigente sindical —vestido de presidiario— frente al Congreso.
Ofensas, vino en la cara y golpes de puño: un país convulsionado
Los ánimos están más que caldeados en Brasilia, con insultos, agresiones físicas y hasta un vaso de vino arrojado en la cara de un senador. Y es que dos de las tres principales autoridades del país enfrentan procesos de destitución: la presidenta Dilma Rousseff y Eduardo Cunha, el jefe de la Cámara baja. Cunha, que dio luz verde a la apertura del proceso contra Dilma, enfrenta a su vez un curso de impugnación de su mandato por denuncias que lo vinculan con la corrupción en Petrobras.
El jefe de diputados, un político evangélico enemigo del gobierno pese a que milita en el mayor partido de la coalición aliada, el PMDB, está en el centro del último exabrupto ocurrido ayer en el Congreso, más específicamente en el Consejo de Etica. Ocurrió cuando Cunha, a través de maniobras catalogadas como golpistas por el oficialismo, logró aplazar por sexta vez consecutiva la sesión en la que se definirá si el proceso en su contra prosigue o no. Los diputados Zé Geraldo, del gobernante PT y Wellington Roberto, del Partido Republicano —aliado del gobierno— casi se toman a golpes de puño por una discusión en torno al registro de presencia en el panel electrónico. Roberto es aliado de Cunha y enemigo del Ejecutivo, pese a que su partido integra la coalición. La sesión tuvo que suspenderse unos minutos para evitar que las agresiones fueran a mayores.
La pelea ocurre un día después de otra tensa reunión del Consejo, en la que legisladores contrarios al jefe de Diputados intercambiaron insultos con lo que llaman la “tropa de choque” de Cunha. También hubo disturbios el martes, durante la votación de los miembros de la comisión especial de la Cámara baja que definirá si el proceso contra Rousseff debe o no continuar. La instalación de esa comisión, ahora suspendida hasta la semana que viene por una orden judicial, es el primer paso formal del proceso contra Dilma. El día de la votación de los miembros de la comisión, legisladores oficialistas intentaron impedir que sus colegas votaran, hubo forcejeos y, 10 de las 14 urnas electrónicas fueron dañadas.
La noche del miércoles tuvo lugar otro incidente, que si bien partió de una broma que cayó mal, ajena a la política, involucra a aliados y detractores de Rousseff y Cunha. Fue durante una cena de confraternización entre políticos de diversos partidos, cuando la ministra de Agricultura, Kátia Abreu, del PMDB y férrea defensora de Rousseff, le arrojó un vaso de vino en la cara del senador José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña. “Oí que tiene fama de ser muy enamoradiza”, bromeó el senador. “Respéteme que soy una mujer casada, y aún cuando era soltera, al contrario de usted, nunca traicioné”, dijo la ministra, arrojándole la bebida.
Si se sigue aplazando, el proceso contra Cunha quedará para 2016, puesto que el Congreso, salvo que se decida lo contrario, entrará en receso el 21 de diciembre. El de Rousseff tiene un largo camino por delante. Esto recién comienza.
Ana María Pomi / DPA
El vice toma distancia de Dilma
El vicepresidente Michel Temer se mostró distanciado de la mandataria pese a la reunión que ambos mantuvieron la noche del miércoles, y ayer recibió el respaldo de sectores que lo consideran apropiado para comandar un eventual gobierno de transición. Temer, líder del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), espacio que integra la coalición de gobierno pero que alista en sus filas a varios disidentes del gobierno, tomó distancia de Rousseff y armó una agenda de encuentros que no están coordinados con el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo.
Pese a que el miércoles Rousseff y el vice mantuvieron un encuentro de una hora para limar asperezas, Temer afirmó luego a la prensa que de ahora en más la relación con la mandataria será “institucional”.
Dilma, en cambio, fue menos tajante: “En nuestra charla, yo y el vicepresidente Michel Temer decidimos que tendremos una relación extremamente provechosa, tanto personal como institucionalmente, siempre considerando los mayores intereses del país”, dijo el comunicado.
El encuentro se dio luego de que Temer enviara a Rousseff una carta en la que se refirió a una supuesta desconfianza de la mandataria en él en su partido, el PMDB. El vice disparó todas las alarmas en el gobierno esta semana con la explosiva carta en la que expresó también su profundo malestar personal, pero también el que existe en el PMDB que él lidera. En este marco, Temer asumió ayer la presidencia interina dado que Rousseff viajó ayer a la Argentina para participar en el acto de toma de posesión de Mauricio Macri.
Los medios locales informaron que Temer recibió el respaldo de varios senadores luego de que el lunes el vicepresidente presentara en San Pablo ante empresarios su proyecto económico para un eventual gobierno de transición. Desde el martes, ya en Brasilia, el vice tuvo una agenda intensa en el Palacio Jaburu, residencia oficial del vicepresidente.