El último miércoles, el dos veces presidente del Perú Alan García se suicidó de un disparo en la cabeza, luego que la Fiscalía y la Policía se presentaran en su cas para detenerlo por el caso Odebrecht. La muerte de Alan García conmovió a toda América latina y suscitó múltiples reacciones y comentarios. Desde ese trágico momento, la prensa peruana publica detalles de los días previos al suicidio de Alan García que ponen en evidencia cómo el líder del histórico partido Apra había decidido darse muerte. El diario La República narra sus últimos contactos en los que dejaba claros indicios de qué iba a ocurrir.
Después de concluir la entrevista que concedió al periodista de Radioprogramas Carlos Villarreal Huayanay, en la sede del Instituto de Gobierno y de Gestión Pública que dirigía, Alan García dictó una clase que no sería igual a las anteriores. Esta vez el ex presidente, al concluir con su exposición, se despidió para siempre de sus 37 alumnos de la Maestría. Era la noche del martes 16 de abril, el día anterior a su muerte. "Bueno, queridos estudiantes, hemos terminado hoy día. No sé cuándo nos volveremos a ver. Parece que quieren detenerme, mil disculpas por eso. Si ocurre, designarán a otro profesor. Nos volveremos a ver... Claro, si es que no me sucede nada", les dijo. Los alumnos lanzaron en coro un "¡Nooo!". García ya había tomado la decisión.
Guardaba un revólver Colt calibre 38 mm en el velador de su dormitorio. No era un arma cualquiera. Obsequiada por la Marina, la había usado para defenderse durante el golpe de Estado de Alberto Fujimori, en la noche del domingo 5 de abril de 1992. Para abrirse paso y escapar, disparó varias veces. Veintisiete años después, otra vez en abril, recurrió nuevamente a la Colt, pero en esta ocasión para evitar ir a la cárcel. Se lo había confiado a su ex asesor presidencial y secretario personal, Ricardo Pinedo Caldas. "Un día en su casa me enseñó el revólver Colt y me contó: 'Esta arma me salvó la vida cuando me quisieron detener durante el golpe del 5 de abril. Si es el caso, volverá a salvar mi honor'", relató Pinedo a La República.
Una noche de 1992
Pinedo fue uno de los personajes del entorno más íntimo de García que lo acompañaron hasta horas antes de la trágica decisión: En 1992, "los militares habían rodeado la casa de Alan García, por lo que subió a la azotea, donde hay un mirador, y comprobó la presencia del ejército. Luego, bajó y tomó el arma que le obsequiaron y empezó a disparar hasta terminar los proyectiles. Alan García me dijo: ‘Yo cuando disparé sentí poder', y terminó diciendo: ‘Esa pistola me salvó la vida'". Pinedo fue un testigo excepcional de las últimas horas del ex jefe del Estado. Confió a La República las instrucciones que le dejó."El domingo 14 de abril hablamos muchísimo, porque el presidente siempre me consultaba qué me parecían los contenidos para subir a su cuenta de Twiter. Prácticamente hablábamos cada dos horas. Era tenerlo casi al costado las 24 horas, durante todos los años que hemos trabajado juntos. Ese día estábamos terminando sus memorias y estábamos en la etapa de selección de fotos", precisó Pinedo. "El martes a las 6 y 30 de la tarde Alan García tenía una entrevista en directo con (la radio) RPP, con Carlos Villarreal, y yo le conté que iría a la radio por invitación de Patricia del Río. Así que intercambiamos ideas de lo que íbamos a decir y reforzar los temas. Ese día martes nos tomamos un café en su despacho del instituto y fumó como siempre un cigarrillo Kent, que luego de dos pitadas lo rompía. Decía que era para que no le hiciera daño", recordó Pinedo.
El abogado Erasmo Reyna Alcántara es otra de las personas del entorno del ex mandatario a quien le confió su determinación. "La última vez que nos vimos para coordinar la defensa, y ante la eventualidad de una orden de allanamiento y detención, me dijo: ‘Yo no voy a permitir que me exhiban como un trofeo. Nunca me van a ver enmarrocado ni con un chaleco de detenido de la Policía. Yo he sido electo dos veces presidente, ¡no lo voy a permitir de ninguna manera! ¡Que lo sepan!'. Estaba decidido a no ir a la cárcel", narró Reyna.
El abogado no observó alguna anomalía en el ex mandatario. "Estaba tranquilo ese día. Hablamos sobre el viaje de los fiscales a Brasil y de las últimas actuaciones ante el fiscal y algunos escritos que habíamos presentado al juez. Alan García quería estar al tanto de lo que estábamos haciendo. No se le veía abatido, no se le veía en una situación emocionalmente preocupante. Yo hable con él y estaba sumamente tranquilo", refirió Erasmo Reyna.