Muchos de los jóvenes que fueron a despedir a Fidel Castro con sus uniformes escolares a la Plaza de la Revolución de La Habana tenían menos de diez años cuando él dejó el poder en 2006. Saben de memoria sus hitos y legado, pero para ellos el ex líder cubano, fallecido el viernes a los 90 años, es una figura mucho más lejana de lo que fue para sus padres o abuelos y sus preocupaciones no están en el pasado sino en el futuro.
"Lo que yo quiero es que pase lo que debe pasar: que haya un cambio. Que nosotros fuésemos los que eligiéramos las cosas. Yo no creo que tarde tanto, pero tampoco va a ser en el momento. Van a pasar dos o tres años hasta que cambie el chip", dijo David, un estudiante de 16 años. En la Plaza de la Revolución la luz hacía brillar las imágenes del Che Guevara y Camilo Cienfuegos en la noche habanera para el acto encabezado por el hermano de Fidel, Raúl Castro, de 85 años. Jovencitas de camisas blancas y falda caminaban entre la gente conversando mientras desde los parlantes se escuchaban los discursos de presidentes, como el venezolano Nicolás Maduro.
Eran dos mundos distantes, aunque de la voz de algunos de los más jóvenes también salían palabras de reconocimiento hacia los logros de Castro, inculcados desde su infancia por padres o maestros. Emocionada, Chanely Matos, de 15 años, no pudo evitar las lágrimas al hablar de quien delegó el poder cuando ella tenía cinco años. "Desde chiquitita siempre Fidel fue Fidel, es como un padre", dijo. "Gracias a él tenemos salud y podemos estudiar. Todo ciudadano cubano se va a identificar con Fidel". Con tres niños de 9, 7 y un año, su esposo, su hermana y su madre, Patricia Bisbé, de 36 años, bisnieta del primer embajador de la Cuba revolucionaria en la ONU, llevar sus hijos a la Plaza de la Revolución es una forma de mantenerles viva la figura de Fidel. "A mí me duele que ellos no lo hubieran conocido", lamentó. Bisbé piensa que "se cometieron errores, pero al final Fidel era un ser humano y eran otros tiempos. Con la crisis económica cambió un poco mi visión, pero por arriba de todo valoro lo grande que se hizo. Como que se lo perdono". Pero "los de 20 ya lo ven distinto. Yo soy todavía de la generación que creía en él". Félix, un estudiante de 16 años, está ansioso por ver cambios en la isla. "El cambio viene obligatoriamente, tiene que venir", sostiene. "Yo sí lo veo posible. No veo que el problema sea totalmente externo. Hace falta libertad de expresión, el cambio depende de la generación que viene". Su sueño sería lograr lo que merezca por propio esfuerzo. "Mucha gente lucha y no consigue lo que busca. Yo amo a mí país, pero soy de los que dicen: Yo quiero triunfar". Bisbé cree que habrá cambios en unos años, sobre todo económicos, pero advierte: "La gente piensa que todos van a ser ricos y tampoco será así. Están pensando en una utopía".