Los "chalecos amarillos" volvieron con fuerza a copar con violencia el centro de París y lanzaron un ultimátum al presidente de Francia, Emmanuel Macron. Desde primera hora de la mañana se registraron violentos choques entre los chalecos amarillos. La marcha número 18 buscó demostrar que mantienen la fuerza del año pasado y repudiar las promesas gubernamentales que responden a sus reclamos contra los impuestos.
"Después de esta jornada, al menos para mí, no habrá más manifestaciones. Habrá acciones de verdad, tendremos que proponer bloqueos. Hemos demostrado que sabemos manifestarnos, que no ha funcionado y que no hemos sido escuchados", dijo en las redes sociales uno de sus líderes radicales, ric Drouet.
En toda Francia hubo unos 32.300 manifestantes (10.000 solo en París), una cifra al alza facilitada por el Ministerio del Interior.
Esta décimo octava manifestación era considerada crucial porque se cumplen cuatro meses de protestas y tiene lugar un día después del final del Gran Debate Nacional impulsado en enero por Macron para encontrar respuestas con las que atajar la crisis social y política desatada desde mediados de noviembre por los "chalecos amarillos".
"El gran debate lo que ha sido es una gran broma", denunció Quentin, un participante en la manifestación parisina, de 30 años y llegado expresamente de Nantes, en el oeste del país. En este tiempo, agregó, no ha cambiado nada a nivel político, pero "gente de diferentes medios ha aprendido a conocerse en favor de una lucha común".
El llamado RIC, Referendo de Iniciativa Ciudadana (RIC), sigue siendo la principal reivindicación de los opositores, que también reclaman la disolución de la Asamblea Nacional (Diputados) y la constitución de una provisional "mientras se reorganiza el sistema".
La Prefectura de Policía de París movilizó 5.000 efectivos, un número superior a los desplegados en protestas anteriores, consciente de que esta jornada era más delicada y va a coincidir con otra gran marcha organizada en contra del cambio climático, reportó el diario Le Parisien.
El Arco del Triunfo fue epicentro de una movilización que si bien comenzó pacifica, con silbatos y bengalas, pero que rápidamente estalló con varios focos de violencia, que las fuerzas del orden intentaron contener con gases lacrimógenos para detener los ataques de los manifestantes con bombas molotov, piedras y adoquines. Los violentos "chalecos" quemaron autos, puestos de venta callejera y luego se ensañaron con los comercios de lujo de los bulevares. En los Campos Elíseos hubo comercios de lujo saqueados o incendiados, como el histórico restaurante Fouquet's, que acabó destrozado y, en una avenida cercana, los activistas quemaron un banco,lo que obligó a evacuar todo el edificio. Allí hubo once heridos leves. En total, hubo 42 heridos entre los manifestantes, diecisiete agentes y cinco bomberos.
Los Campos Elíseos son una de las calles más caras del mundo. Apple paga por los 5000 metros de su 'flagstore' 14 millones de euros al año. Así que todas las tiendas son consideradas un símbolo del capitalismo. Así, fueron atacadas y saqueadas, entre otras, de Hugo Boss, Nespresso, Lacoste. Y la citada brasserie Fouquet, un restaurante al que van famosos y donde Nicolas Sarkozy celebró su victoria en las presidenciales de 2007. También ardieron dos kioscos de diarios. No se sabe si porque, como el resto del mobiliario urbano, estaban a mano o en represalia al trato de los medios que los extremistas "chalecos" denuncian.
"Profesionales del desorden equipados y con máscaras se han infiltrado en los cortejos. Mi consigna a la Prefectura de Policía: responder con la mayor firmeza a esos ataques inadmisibles", escribió en Twitter el ministro francés del Interior, Christophe Castaner, que cifró en unos 1.500 el número de violentos. Era fácil de detectar a estos activistas: llevaban casco, iban con la cara cubierta y portaban bastones u otros medios no improvisados de agresión.
Los manifestantes tenían como objetivo acercarse al Elíseo, pero los accesos al palacio presidencial, igual que a otros puntos sensibles habían sido bloqueados. El jefe del Estado, que estaba de fin de semana en la nieve, acortó su estancia para seguir la situación desde París.
El pasado sábado, el Ministerio del Interior cifró los manifestantes en toda Francia en 28.600, de los que unos 3.000 se concentraron en París, el recuento más bajo desde el inicio de las protestas en noviembre. Ayer ese número volvió a crecer, pero sobre todo creció la violencia en pleno corazón de París. Esto tiene un costo evidente para Macron, que demuestra desde hace meses que no puede controlar manifestaciones violentas en el corazón político e histórico de Francia, a la vista de todo el planeta. Pero también evidencia que los "chalecos amarillos" son cada vez más una minoría violenta y formada por activistas, con muy poco de la espontaneidad de las primeras manifestaciones de noviembre pasado.
Decadencia
La asistencia a las manifestaciones de los "chalecos amarillos" ha ido decayendo semana a semana. El sábado pasado se contaron 28.600 manifestantes en toda Francia frente a los 282.000 del 17 de noviembre, según Interior. En el acto 18 de ayer, han tomado parte 14.500 personas, 10.000 en París, según el recuento oficial de las cuatro de la tarde. El cansancio, la violencia y el deslizamiento hacia demandas alejadas de las que lo suscitaron explican en gran medida la menguante participación.