Numerosas personas a pie y en vehículos hicieron largas filas para aprovechar el programa anual que intercambia armas de fuego por alimentos en Los Angeles, el cual fue adelantado debido al trágico ataque a tiros en una escuela de Connecticut. Los policías llenaron varios contenedores con miles de fusiles y pistolas en el estadio Memorial Sports Arena de Los Angeles y en el Templo Masónico Van Nuys Masonic, ambos en la periferia de la ciudad.
La autoridades prometieron que no se harían preguntas, no identificarían a los donantes ni anotarían las patentes de sus vehículos. En respuesta, decenas de angelinos hicieron largas colas para deshacerse de pistolas, revólveres, armas automáticas y hasta rifles antiguos sin bajarse del auto, a cambio de vales de supermercado. Un grupo de activistas proarmas intentó disuadir a los conductores, la mayoría hombres, argumentando que el desarme de la población es un riesgo para la comunidad.
Las autoridades decidieron adelantar el programa al tomar consciencia de la masacre en la ciudad de Newtown en Connecticut y de la emboscada de un atacante que mató a dos bomberos en Webster en Nueva York. "Todos estamos todavía de duelo por la tragedia en Newtown, Connecticut", dijo el alcalde Antonio Villaraigosa.
Las pistolas, fusiles y escopetas pudieron canjearse por vales de 100 dólares para la adquisición de víveres en la tienda Ralphs. Las armas de asalto fueron intercambiadas por 200 dólares.
El plan, con el propósito de sacar las armas de fuego de las calles, se lleva a cabo generalmente en mayo. Villaraigosa decidió aplicarlo ahora, días después de la matanza del 14 de diciembre en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown. El último intercambio permitió recuperar 1.700 armas. Es el quinto año que la ciudad de Los Angeles realiza el intercambio de armas por comida.
El sargento Rudy López, portavoz de la policía de Los Angeles (Lapd), dijo que el proceso estaba yendo muy bien comparado con ediciones anteriores. "Está resultando muy positivo. Mucha gente está haciendo colas de una hora y media", dijo López en Van Nuys, en el noreste del condado de Los Angeles, una de las dos localidades donde tenía lugar el intercambio.
El hecho de que la policía no hiciera preguntas era un incentivo importante. "¿Ven esa?", dijo el portavoz, señalando un arma automática. "Esa tiene un silenciador. Eso es ilegal. Nosotros no dijimos nada". "Algunas veces (la gente) corta el cañón, lo cual también es ilegal", prosiguió, mostrando un arma de asalto recortada. Esto se hace "para esconderla en la chaqueta, para cometer un crimen. Y no hicimos preguntas". Los oficiales colocaban las armas y municiones en contenedores de basura separados para rifles, escopetas y revólveres, incluyendo algunas antigüedades que databan de la Segunda Guerra Mundial o antes, como un rifle de 1895.
Los críticos cuestionan la efectividad de la recompra de armas, argumentando que las que fueron entregadas probablemente nunca iban a ser usadas en actividades criminales de todos modos.
En contra. Pese a algunas iniciativas de desarme como la de Los Angeles, el impacto que produjo la última matanza en una escuela primaria y a la campaña que impulsa el presidente Barack Obama, la mayoría de los ciudadanos se opone a la restricción en la venta de rifles de asalto, según una encuesta divulgada ayer por la firma Gallup. La empresa encuestó a 1.038 adultos entre el 19 y el 22 de diciembre, una semana después de la matanza, y encontró que el 74 por ciento de los entrevistados —un nivel sin precedentes— se opone a una prohibición amplia de la posesión de armas de fuego. Asimismo, sólo el 24 por ciento de los estadounidenses está a favor de tales prohibiciones.
Sin embargo y casi como un elemento contradictorio, un alto porcentaje apoya la promulgación de leyes más estrictas sobre las armas de fuego. "Después de la matanza en la escuela de Connecticut, la encuesta encontró que el 58 por ciento de los estadounidenses está a favor de un fortalecimiento de las leyes que cubren la venta de armas de fuego, comparado con un 43 por ciento en 2011", indicó Gallup.
Leyes más estrictas. El apoyo que ahora encuentra la encuestadora para las leyes más estrictas sobre armas de fuego está en su nivel más alto desde enero de 2004, pero aún así sigue estando por debajo del 70 al 80 por ciento a comienzos de la década de 1990. La encuesta encontró también que el 51 por ciento de ciudadanos se opone a ilegalizar la fabricación, venta o posición de armas semiautomáticas, como los rifles de asalto. La industria de armas en Estados Unidos mueve por ventas anuales 3.500 millones de dólares. El año pasado, Estados Unidos registró unos 11.000 homicidios con armas de fuego y su tasa de homicidio con armas es 30 veces las de Francia o Australia, según la ONU. Además, tiene más armas per cápita que cualquier otro país en el mundo.