Ambos prometieron sacudir a las élites políticas y poner a su país primero. ¿Chocará el populismo del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, con el del mandatario derechista de Estados Unidos, Donald Trump? ¿O será una oportunidad de redención para los países? El arrollador triunfo de López Obrador el domingo, con más del 53 por ciento de los votos escrutados, supone una ruptura con el sistema político de México y abre un signo de interrogación sobre el crucial vínculo con el vecino del norte, su principal socio comercial y hogar de 12 millones de mexicanos.
Tras meses de tumultuosos lazos bilaterales —con Trump insistiendo en levantar un muro fronterizo y manteniendo una posición dura en temas migratorios, comerciales y de seguridad, y AMLO, como todos llaman al político mexicano, prometiendo "poner (a Trump) en su lugar"—, ambos señalaron en las últimas horas su intención de desarrollar una buena relación.
El asesor de seguridad nacional de Trump, el "halcón" John Bolton, dijo incluso que su jefe espera "ansioso" un encuentro con AMLO y que éste podría ser muy productivo. "Tener a los dos líderes reunidos puede generar algunos resultados sorprendentes", dijo.
Más allá de promisorias especulaciones, analistas consultados señalaron algunas variables a tener en cuenta:
AMLO, de 64 años, llega a la presidencia en su tercer intento y con una agenda de "cambio radical", pero se espera que su gestión sea más moderada que su acalorada retórica electoral. "Gobernará más como Lula da Silva en Brasil que como Hugo Chávez en Venezuela", dijo el economista y politólogo Mark Rosenberg, de la consultora GeoQuant. Jason Marczak, director del centro para América latina del Atlantic Council, fue enfático: "AMLO no es Chávez". "¿Buscará implementar reformas sociales de forma pragmática como lo hizo Lula? Sí, en ese sentido, creo que AMLO seguirá ese camino. El, como Lula, también es visto por sus seguidores como un salvador. Pero el contexto económico en el que AMLO llega al poder es muy diferente del que Lula heredó", explicó.
Marczak insistió en que "AMLO no es la versión mexicana de Trump" y que ganó por el hartazgo de la gente con la corrupción, la impunidad y la violencia, y no por los arranques de ira del mandatario estadounidense hacia todo lo que venga del sur del Río Grande. "Washington puede y debe aprovechar este momento para recalibrar las relaciones con México, no solo para mantener, sino también para profundizar la cooperación que beneficia tanto a ambos países", dijo.
Alma gemela
Aunque con pasado distinto, AMLO, ex alcalde de Ciudad de México, tiene mucho en común con Trump, el magnate inmobiliario de 72 años. "Ambos son nacionalistas que se sienten redentores que deben combatir un establishment corrupto e ineficiente y poner la agenda de su país primero. Esto podría hacer que Trump vea en AMLO un alma gemela, y se genere un espacio de entendimiento, aunque la posibilidad de conflicto es alta", opinó Juan Carlos Hidalgo, del Instituto Cato. "Son populistas, y los populistas necesitan enemigos para sobrevivir políticamente. Es probable que AMLO encuentre en Trump ese enemigo externo", apuntó. "Al mismo tiempo, AMLO parece entender que hay poco que ganar en una pelea con Estados Unidos", señaló por su parte Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.
Proteccionismo
"AMLO dijo que quiere mantener el TLCAN y la cooperación en asuntos de seguridad. El tema más sensible y volátil es el de la inmigración, que podría aumentar las tensiones", señaló. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), vigente entre Estados Unidos, México y Canadá desde 1994, se renegocia desde agosto pasado a pedido de Trump, que lo considera perjudicial para los intereses de los estadounidenses. Para Rosenberg, las motivaciones proteccionistas mutuas pueden volver más difíciles las conversaciones para renovar el TLCAN. Hidalgo coincidió: "Es probable que promesas de campaña de AMLO, como la búsqueda de autosuficiencia alimentaria, compliquen aún más la renegociación". "AMLO no dudará en presionar a Estados Unidos cuando sus demandas no se ajusten a sus intereses", dijo Marczak.
No intervencionismo
Para Washington, "la restauración de la democracia" en Venezuela es un tema prioritario en la región. México ha jugado un papel clave hasta ahora en ese sentido, liderando el Grupo de Lima, un bloque de países críticos con el gobierno de Nicolás Maduro. "Queda la gran duda sobre qué hará AMLO", dijo Hidalgo. ¿Volverá a la política tradicional mexicana del avestruz, de invocar el principio de no intervención en asuntos de otros países?" "Sobre Venezuela, AMLO ha evitado cualquier tipo de declaración provocadora", dijo Victoria Gaytan, del grupo de expertos en política exterior Global Americans, recordando sin embargo que uno de los asesores de AMLO, Héctor Vasconcelos, "respaldó un enfoque no intervencionista".