Cuando David Cameron abandonaba ayer la sala de prensa de Downing Street parecía pensativo y afectado. Tras la ejecución de su compatriota David Haines por el Estado Islámico (EI), que se conoció el sábado mediante un video, el primer ministro británico no sólo tenía las terribles imágenes en su cabeza, sino además un problema político casi imposible de resolver. Cameron anunció que habrá una dura lucha contra la milicia terrorista islámica, y calificó al Estado Islámico como un "monstruo".
"¿Cómo debe hacer frente Reino Unido a los yihadistas?", es la pregunta decisiva para Cameron, tanto desde el punto de vista político como personal. La ejecución no fue una novedad, ya que la terrible posibilidad de que se produjese palpitaba desde hace semanas. Pero el premier no respondió a la decisiva pregunta, aun cuando señaló que apoya los ataques aéreos de Estados Unidos. Cameron sin embargo no quiso contestar si la Royal Air Force participará de los ataques aéreos en Irak y en Siria. La perspectiva política no le parece del todo clara y, además, siguen frescas las enseñanzas extraídas de la última experiencia en Irak, donde las bombas no abrieron paso a un nuevo comienzo político.
Reino Unido es un país que vivió en carne propia el terror extremista islámico con los atentados de 2005 en Londres. En aquel caso también hubo hombres con pasaporte británico que causaron mucho daño. Por ahora, las estimaciones de Londres indican que cerca de 500 yihadistas británicos trabajan para el EI y otras organizaciones similares. Es un británico, probablemente un ex DJ de Londres de origen egipcio, el que sujeta el cuchillo en el terrible video del degüello de Haines, así como en otros dos anteriores, de periodistas estadounidenses.
Obligado a actuar.El gobierno se ve cada vez más obligado a actuar. Y Cameron intentó ayer ocultar su indecisón con palabras contundentes. Los yihadistas que han ejecutado al rehén británico Haines tras un año y medio de cautiverio son "monstruos, no musulmanes", aseguró el premier. Reino Unido los perseguirá, no importa el tiempo que cueste. Y lo hará con todos los medios necesarios, remachó. En la decisión de envergadura que tome estos días, Cameron no puede dejar de pensar también en Escocia (ver página 28). ¿Cómo sentaría una orden de invasión británica a los electores? ¿Podrían los defensores de la independencia emplear la política de defensa británica como un argumento para la separación y sacar partido? ¿O prevalecería el sentimiento de unidad nacional en caso de una intervención bélica?
Como todos esos interrogantes siguen sin despejarse, Cameron de momento continúa fiel a su línea: apoyo con equipos a los kurdos en Irak y, de ser necesario, con armas. El resto se tendrá que hablar con el nuevo gobierno iraquí y los socios en la región, según dio a entender ayer. Y con esto se mantiene casi hasta con las mismas palabras fiel a la línea cauta que ya defendió durante la cumbre de la Otán en Gales, el pasado 4 y 5 de septiembre.
"Tenemos que hacer retroceder al Isis (ahora EI) y lo que representa paso a paso, erradicarlo y finalmente destruirlo. Lo haremos de forma calmada y decidida", dijo Cameron, que agregó: "Pero lo haremos con determinación férrea". Seguidamente elogió a David Haines como un "héroe británico".
Además de hacer frente al peliagudo referéndum sobre la independencia de Escocia, Cameron también podría estar pensando en las elecciones legislativas de mayo próximo y en su futuro político. "La sombra de (la guerra de) Irak en Reino Unido es larga", comentó un funcionario del gobierno, en referencia a la participación británica en la invasión liderada en 2003 por George W. Bush. Entonces Tony Blair era primer ministro y todavía se le reprocha aquel error.