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Por Nancy Benac / AP
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¿Encuestas? ¿Quién las necesita? ¿Recaudación de fondos? Nada de qué preocuparse. ¿Medir las palabras? ¡Ni hablar! Donald Trump tomó las reglas de la política moderna, las rompió y quedó como el llanero solitario en la puja por la candidatura presidencial republicana. ¿Cómo lo hizo?
l dice lo primero que se le viene a la cabeza. Rechaza ``lo políticamente correcto''. Insulta tanto a rivales como a críticos. Se divierte. Después de una sarta de improperios, explica: ``Eso es lo que quiero decir con ser políticamente correcto; cada tanto uno puede divertirse, ¿no les parece?''' Muchos candidatos pueden pensar algo y quedarse callados, pero Trump lo dice: ``Me gustaría golpearlo en la cara'', dijo sobre un manifestante opositor. Escuchar un discurso de Trump de cabo a rabo es someterse a una gramática particular. Sus oraciones oscilan en distintas direcciones a medida que se le ocurre algo distinto. Cuando apela a su famoso "por cierto'', no hay manera de anticipar dónde irá.
Además, el multimillonario se enorgullece de hacer una campaña barata, aprovechando los medios de difusión de una manera que solo puede provocar envidia en sus rivales. Se manejó durante la mayoría de las primarias con un personal mínimo. No tiene director nacional de finanzas. Nunca estableció una operación tradicional de recaudación. Su sitio tiene botones para que la gente haga `donaciones, pero nada de cenas de gala ni fotos pagas. En el principio de su campaña, Trump tuiteó: "Hasta ahora no he gastado casi nada y estoy en primer lugar. Jeb Bush ha gastado 59 millones de dólares y está liquidado''.
El candidato obsesionado por las encuestas no tiene un encuestador. Otros aspirantes gastaron cientos de miles de dólares en encuestas para determinar la repercusión de sus mensajes en las primarias. Trump sigue su instinto.Dice que depende de su joven segunda esposa, Melania, para tantear el sentir de los votantes. "Ella es mi encuestadora'', afirma. Trump intercala vulgaridades en sus discursos, aunque ha retrocedido un poco después de que lo retó Melania. Muchos políticos usan malas palabras, por supuesto, pero evitan hacerlo en público. Suele insultar a diestra y siniestra a sus adversarios, a quienes ha endilgado los motes de patético, mentiroso, perdedor, desagradable, maligno y otras calificaciones poco halagadoras y por cierto, no muchos precandidatos aprovechan el podio para referirse al tamaño de sus propios genitales.
Se volvió rutinario para los precandidatos depender de los "superpacs" (grupos que reúnen dinero) para sus campañas. Trump no apeló a este recurso en las primarias y se enorgulleció en proclamar que no tiene un "superpac", aunque han aparecido algunos en su apoyo. "No necesito el dinero de nadie. No estoy usando lobbystas ni donantes. No me importa. Realmente soy rico''. Ahora que se acerca la elección general, está pensándolo dos veces.
Contra todos. Mujeres. Hispanos. Musulmanes. Trump hilvanó su racha de victorias pese a proferir una serie de insultos que podrían chocar a vastos sectores del electorado. Empezó con el discurso en el que anunció su precandidatura, cuando dijo que entre los inmigrantes mexicanos venían violadores, traficantes de drogas y otros delincuentes. Después prometió impedir la entrada de musulmanes a Estados Unidos. Durante toda su campaña ha tenido palabras duras para las mujeres y su aspecto, burlándose de la apariencia de Carly Fiorina, retuiteando una foto poco favorecedora de Heidi Cruz y acusando a Hillary Clinton de jugar la "carta de ser mujer''. A sus partidarios les encanta que "diga las cosas como son''. A Trump no le asusta ninguna pelea, aun con un medio conservador poderoso como el canal Fox. En enero se negó a participar en un debate patrocinado por Fox después que el canal se negó a retirar a Megyn Kelly como moderadora. Se indignó de que Kelly le preguntara en un debate anterior sobre afirmaciones que había hecho sobre las mujeres, pero tampoco rechaza componer la situación: accedió a una entrevista con Kelly posteriormente.
Trump promete que actuará de manera "más presidencial'' cuando llegue el momento, pero por ahora se divierte y divierte a sus partidarios. "Puedo ser presidencial'', afirmó en un mitin el mes pasado. "Pero si fuese presidencial, solo un 20 por ciento de ustedes estarían aquí porque sería muy de aburrido''.