Las aventuras amorosas le cuestan caro a los políticos estadounidenses
Washington. — La "chispa" que convirtió la larga amistad del gobernador
estadounidense Mark Sanford en una apasionada aventura extramarital con una mujer argentina ha
avivado un fuego que el Partido Republicano parece incapaz de apagar, quemando con creciente
rapidez sus esperanzas de ofrecer una alternativa al por el contrario...
26 de junio 2009 · 01:00hs
Washington. — La "chispa" que convirtió la larga amistad del gobernador
estadounidense Mark Sanford en una apasionada aventura extramarital con una mujer argentina ha
avivado un fuego que el Partido Republicano parece incapaz de apagar, quemando con creciente
rapidez sus esperanzas de ofrecer una alternativa al por el contrario cada vez más popular
presidente demócrata Barack Obama. Y es que el "último tango en Buenos Aires", como lo calificó
ayer el diario The Washington Post, no sólo le ha costado al gobernador de Carolina del Sur su
puesto como presidente de la asociación de gobernadores republicanos, cargo del que dimitió el
miércoles tras admitir en una cuanto menos extraña rueda de prensa que durante su misteriosa
ausencia —casi una semana sin dar señales de vida— había estado en la capital argentina
con su amante.
Sanford, un político conservador de 49 años, casado y con cuatro hijos, era
uno de los "presidenciables" que el Partido Republicano barajaba de cara a las elecciones de 2012
en momentos en que la formación de George W. Bush vive sus horas más bajas y enfrenta crecientes
pedidos de renuncia. Su "mea culpa" adúltero se produce además apenas una semana después de que
otra de las incipientes estrellas republicanas, el senador por Nevada John Ensign, admitiera
también un affaire amoroso que, al menos por el momento, ha frenado en seco su ascendente carrera
dentro de la formación política conservadora. "La caída de Sanford y Ensign arrebata dos figuras
consideradas ascendentes a un partido desesperadamente necesitado de sangre nueva", señaló ayer
Político, el diario que circula en el centro político de Washington. "Como partido, debemos pasar
el testigo del liderazgo de una generación impopular de políticos liderados por (el ex vice Dick)
Cheney y (el ex presidente del Congreso Newt) Gingrich (...) y este episodio hace esta tarea más
dura", dijo al estratega republicano John Weaver.
Los demócratas, que gozan de un período dorado con un presidente que bate
récords de popularidad (un 72% de opinión favorable hacia Obama, según los sondeos, no pueden menos
que sonreírse ante esta "nueva dosis de malas noticias", como lo calificó ayer el diario The New
York Times para sus contendientes. Sin embargo, las reacciones han sido bastante mesuradas, quizás
debido a que nadie en la esfera política estadounidense puede arriesgarse a tirar la primera
piedra, ya que todos corren el riesgo de acabar con alguna sobre su propio tejado.
Su propia dosis.
Sin embargo, el problema para el "gran viejo partido" (GOP),
como gustan llamarse los republicanos, es que los escándalos sexuales no parecen ser su único
quebradero de cabeza. Varios diarios recordaron ayer que la lista de "presidenciables" republicanos
se ha reducido drásticamente en los últimos meses por los motivos más variados. Ahí está Bobby
Jindal, el gobernador por Louisiana de origen indio que cayó en desgracia tras su criticada
reacción ante uno de los primeros discursos a la nación de Obama, en febrero. Y la gobernadora por
Alaska y ex compañera de fórmula del rival electoral de Obama John McCain, Sarah Palin, a la que
muchos medios critican por haberse convertido "casi más en un personaje de tabloide que una
política seria". O el propio Newt Gingrich, que hace no mucho tuvo que pedir disculpas por
calificar en Twitter de "racista" a la jueza hispana Sonia Sotomayor, nominada por Obama para la
Corte Suprema. "El frente de los posibles candidatos para 2012 se ha encogido por circunstancias
personales en la última semana en un 30%", reconoció el ex director de la asociación de
gobernadores republicanos Phil Musser.
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De hecho, el Partido Demócrata ha tenido su propia "dosis"
de escándalos sexuales en los últimos tiempos, los más sobresalientes los del ya ex gobernador de
Nueva York Eliot Spitzer, involucrado en un caso de prostitución, y del candidato presidencial John
Edwards, que admitió el año pasado que le fue infiel a su mujer, enferma de cáncer. Y todo eso sin
retraerse al más prominente, el de Bill Clinton y la becaria Monica Lewinksy, que casi cuesta la
presidencia al ahora esposo de la secretaria de Estado Hillary Clinton a finales de los 90.