Por tercer día consecutivo, la ultraderecha caldeó ayer los ánimos en las calles del este de Alemania convocando a sus acólitos a una manifestación en respuesta a la muerte de un ciudadano alemán presuntamente a manos de dos migrantes. Bajo el lema "Seguridad en el interior, protege a nuestras familias!", los extremistas de derecha se fueron reuniendo desde media tarde de ayer en Dresde ante el Parlamento regional de Sajonia con la intención de dar una nueva muestra de fuerza. La protesta, que en principio se iba a prolongar hasta el mediodía de hoy, mantuvo el espíritu de otras dos marchas celebradas en la noche del domingo y del lunes en la vecina ciudad de Chemnitz, en la que, en medio de una creciente tensión se llamó a dar "caza a la criminalidad extranjera". "Tenemos grabaciones de video de que hubo persecuciones (de migrantes), de que hubo motines, de que hubo odio en las calles y eso no tiene nada que ver con nuestro Estado constitucional", condenó ayer la canciller alemana, Angela Merkel, en relación con los disturbios ocurridos en los últimos dos días.
"Sin duda, la historia no se repite dos veces, pero cuando multitudes excitadas de extrema derecha generan agitación en Alemania y que el Estado de derecho se ve sobrepasado por los hechos, esto recuerda un poco la situación de la República de Weimar", reconocía Der Spiegel en su página web. Este semanario alemán hacía referencia al régimen político establecido en Alemania tras la Primera Guerra Mundial y que tuvo que afrontar los actos violentos del nazismo en la calle antes de sucumbir con la toma del poder de Adolf Hitler en 1933. El contexto actual es mucho menos crítico que la situación en la Alemania del período de entreguerras. Pero el ambiente en este país es cada vez más tenso tras "la caza colectiva" contra inmigrantes protagonizada por militantes de extrema derecha en el este de Alemania, en la que varios manifestantes hicieron el saludo nazi.
El pasado domingo, una manifestación ultraderechista y de tintes xenófobos convocada a través de las redes sociales en la ciudad oriental de Chemnitz causó estupor en Alemania. La tensión fue en aumento y en menos de 24 horas, extremistas de derecha de todo el país se movilizaron de nuevo y salieron a las calles de Chemnitz en la noche del lunes protagonizando nuevos episodios violentos y enfrentamientos con miembros de la izquierda que a su paso dejaron al menos veinte heridos además de una decena de denuncias contra manifestantes por haber hecho el saludo nazi, prohibido en Alemania.
Hacer el saludo nazi es un delito recogido en el Código Penal alemán. Desde la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Austria (e Italia) prohibieron cualquier exhibición de símbolos que invocaran su pasado nacionalsocialista. Pero las recientes manifestaciones violentas de la ultraderecha en el este del país dejaron imágenes que la nación centroeuropea creía que no volvería a revivir.
Las protestas fueron secundadas como respuesta a la muerte de un hombre de 35 años de nacionalidad alemana ocurrida el fin de semana durante una pelea presuntamente con inmigrantes. Por el momento, la Justicia alemana dictó una orden de detención contra un sirio de 23 años y contra un iraquí de 22, quienes presuntamente apuñalaron a la víctima tras mantener una discusión.
En medio de críticas a la policía, que admitió no haber desplegado suficientes agentes para garantizar el desarrollo pacífico de las marchas ultraderechistas y de otras contramanifestaciones de izquierda convocadas de manera simultánea, muchos se preguntan en Alemania cómo se ha llegado a esta situación. "El racismo se abre camino sin ningún disimulo. La gente expresa cada vez con menos disimulo qué gente quiere tener en Alemania y qué gente no quiere tener en Alemania", analizó Robert Lüdecke, de la Fundación Amadeu Antonio, que lucha contra la xenofobia y las ideas ultraderechistas. "Desde hace años, la región de Sajonia tiene un problema porque se restó importancia a la extrema derecha y al racismo. Este problema no se tomó en serio durante años, sobre todo por parte de los responsables políticos, pero también lamentablemente por parte de las fuerzas de seguridad", agregó.
El este germano constituye un bastión de la violencia ultraderechista, que en los últimos años escandalizó al mundo con episodios xenófobos y violentos tales como ataques a colectivos en los que viajaban refugiados. En territorio de la extinta República Democrática Alemana (RDA), la caída del Muro de Berlín en 1989 apenas se contagió la euforia general de la que informaban los medios internacionales. Muchos alemanes de la antigua RDA se sienten a día de hoy los grandes perdedores de la reunificación. Aunque el nivel de vida aumentó desde entonces en los territorios que antes pertenecían a la RDA, en ellos el desempleo se ceba todavía con la población, las pensiones son más bajas y los pueblos y ciudades se vacían de jóvenes que huyen al oeste en búsqueda de perspectivas de futuro. De ahí que en las pasadas elecciones generales del 24 de septiembre, el partido ultraderechista y antiislam Alternativa para Alemania (AfD) lograse convertirse en la segunda fuerza política en el este del país y en la primera en Sajonia, la región donde también surgió en 2014 el movimiento xenófobo Pegida, que convocaba manifestaciones todos los lunes y en las que se daban cita "ciudadanos preocupados" por la islamización del país.
Mientras Alemania trata de digerir lo que está ocurriendo, los extremistas de derecha parecen no dar tregua. El movimiento populista de derecha "Pro Chemnitz" convocó a una marcha para mañana, coincidiendo con la celebración en la ciudad de una mesa redonda en la que está previsto que participe el presidente de Sajonia, Michael Kretschmer, miembro de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que preside Angela Merkel.