En el otoño europeo de 2017, el escenario político del Viejo Continente podría ser así: en Alemania, el partido populista de derechas AfD acaba de ganar las elecciones legislativas nacionales. Los primeros líderes en enviar sus felicitaciones son la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders. La ultraderechista Le Pen se convirtió en jefa de Estado tras su rotunda victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas celebradas en mayo. A su vez, Wilders, conocido por sus posiciones euroescépticas e islamófobas, encabeza el nuevo gobierno en La Haya después de ganar las elecciones parlamentarias celebradas en Holanda en marzo.
"Ayer, una nueva América (...) y mañana una nueva Europa": con estas palabras, Wilders echó una mirada al futuro durante una reunión celebrada en enero con políticos afines en la ciudad alemana de Coblenza. ¿Podría estar en lo cierto el holandés? El gran año electoral 2017 ¿culminará con un espectacular giro hacia la derecha? Las encuestas más recientes dicen que «no».
Sin embargo, lo cierto es que quienes vienen decidiendo desde hace décadas el acontecer político en Europa tienen motivos para temblar ante las elecciones que se avecinan. Ultimamente, en casi todos los grandes países de la Unión Europea (UE), los partidos establecidos perdieron apoyos. Después de la grave crisis económica y financiera que comenzó en 2008, una serie de atentados terroristas islamistas y la afluencia incontrolada de refugiados generaron en Europa un nuevo ambiente de incertidumbre con avances para los partidos derechistas. Son sobre todo las personas desempleadas y con pocos ingresos son las que se preguntan por qué los miles de millones de euros que se destinan a la política migratoria no se invierten en mejorar sus condiciones de vida.
En regiones estructuralmente débiles en el este de Alemania o en la Bretaña francesa, el destino de los refugiados que huyen de la guerra civil en Siria está muy lejos de las preocupaciones diarias de la población local. Muchos alemanes, holandeses o franceses se sienten fuertemente perjudicados o ignorados por sus propios gobiernos.
Geert Wilders, Marine Le Pen o Frauke Petry, líder del partido AfD (Alternativa para Alemania), "se ocupan" de esos sectores "desfavorecidos". A sus seguidores les prometen en las campañas reducir los fondos destinados a la política de ayuda a los refugiados y recuperar para sus países competencias cedidas a la UE. Lógicamente, ellos cuestionan la libre circulación de personas dentro de la UE o las bondades de la moneda común, el euro.
Se pasa por alto el hecho de que Alemania, Francia y Holanda también se desempeñen muy bien en términos internacionales gracias a que con la UE se creó un contrapeso frente a grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China. Tampoco se menciona el hecho de que los europeos, como promedio, vivan mejor que la mayoría del resto de la población mundial.
El primer desenlace se dará el miércoles, cuando 13 millones de holandeses están convocados a elegir un nuevo Parlamento. Los sondeos auguran que el Partido por la Libertad (PVV), de Geert Wilders, se convertiría en la primera fuerza política del país. Sin embargo, Wilders, de 53 años, no puede albergar muchas esperanzas de conquistar un gran poder o incluso el puesto de premier, ya que todos los demás grandes partidos holandeses descartan terminantemente formar un gobierno de coalición con el PVV. "Esa probabilidad no es un 0,1% sino cero por ciento", dijo el premier Mark Rutte al ser preguntado sobre si considera posible una alianza con el partido de Wilders. No está descartado que Rutte, un político liberal de derecha, continúe al frente del gobierno después de las elecciones.
El que el PVV pudiera convertirse en la primera fuerza política se debe sobre todo a la gran fragmentación del paisaje partidista en los Países Bajos. Como no existe una barrera mínima para tener representación parlamentaria, numerosos partidos pequeños pueden tener esperanzas de entrar en la Cámara baja del Parlamento holandés. A las elecciones del 15 de marzo concurren nada menos que 28 partidos. Según encuestas, con solo un 17% de los votos un partido podría convertirse en la primera fuerza política del país.
La situación en Francia es muy diferente, aunque el desenlace electoral podría ser parecido. Según las encuestas, la populista de derechas Marine Le Pen, líder del Frente Nacional (FN), es la favorita para imponerse en la primera vuelta, el 23 de abril, con entre un 25 y un 27% de los votos. Sin embargo, todos los institutos demoscópicos vaticinan una clara derrota para Le Pen, de 48 años, en segunda vuelta, decisiva, programada para el 7 de mayo, en la que solo podrán medirse los dos candidatos más votados en la primera ronda. Según los expertos demoscópicos, el centrista Emmanuel Macron, de 39 años, tiene las mejores perspectivas de convertirse en sucesor del presidente François Hollande. A la joven estrella de la política francesa, fundador del movimiento "En Marche!" (Adelante), le beneficia el hecho de que el candidato conservador, François Fillon, será imputado por sospechas de nepotismo. El aspirante del partido Los Republicanos, de 63 años, se enfrenta a la sospecha de haber contratado para empleos ficticios, con cargo al Parlamento, a su mujer y a dos de sus hijos.
Después de que Hollande renunciara a aspirar a un segundo mandato, el Partido Socialista lanzó a la contienda al izquierdista Benoit Hamon. Los sondeos le auguran una derrota en primera vuelta. En tal caso, muchos de sus electores seguramente no darían su voto a Marine Le Pen en la segunda vuelta.
Para la líder del FN, también las elecciones parlamentarias francesas, programadas para junio, podrían acabar en decepción. El sistema de votación por mayoría que rige las elecciones legislativas les hace más fácil a los demás partidos fraguar una alianza para bloquear una eventual victoria del candidato de la extrema derecha. En las elecciones de 2012, el FN solo consiguió dos de los 577 escaños en la Asamblea Nacional (Parlamento), a pesar de que había obtenido casi el 14 por ciento de los votos en la primera vuelta.
¿Peligra Merkel?
Finalmente, está por ver cuáles son las perspectivas del partido Alternativa para Alemania (AfD) y su líder Frauke Petry. ¿Serán capaces de amenazar la hegemonía de los partidos CDU (cristianodemócrata) y SPD (socialdemócrata? Los sondeos actuales más bien apuntan a que se ha detenido el auge momentáneo de esta agrupación populista de derecha. Las encuestas más recientes solo otorgan a la xenófoba AfD en torno al 10% de los votos. En cambio, con el ex presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz como candidato, el SPD tiene por primera vez esperanzas de poder desplazar del poder a la canciller Angela Merkel, de la CDU.
Aun así, los autoproclamados patriotas agrupados en torno a Le Pen, Wilders y Petry esperan dar la sorpresa, como hizo Donald Trump en Estados Unidos. Al final y al cabo, antes de la fecha electoral del 8 de noviembre, casi ningún representante del "establishment" estadounidense creía en la posibilidad de que Trump fuese elegido presidente. Politólogos advierten que hay un alto porcentaje de electores indecisos, sobre todo en Francia. Además, recuerdan que en Europa el giro hacia la derecha ya viene siendo una realidad desde hace tiempo. Basta con mirar a Polonia o Hungría.