La oposición venezolana asumió ayer el control de la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) con la mayoría calificada de 109 diputados sobre 167, con la intención de desafiar al gobierno de Nicolás Maduro, sumido en una profunda crisis política y económica. "Nosotros lo que buscamos es paz, pero no la paz de los sepulcros", sentenció el veterano diputado y acérrimo antichavista Henry Ramos Allup, quien presidirá la nueva junta directiva del Parlamento, al afirmar que está dispuesto incluso a buscar una salida anticipada de Maduro. La histórica jornada transcurrió sin disturbios aunque no estuvo exenta de incidentes, pues diputados opositores afirmaron que fueron agredidos por simpatizantes oficialistas cuando llegaban a la sede parlamentaria y los legisladores chavistas se retiraron de la sesión.
Tras casi 17 años de hegemonía chavista en el Congreso, se juramentaron 163 de 167 diputados de la Asamblea Nacional, donde a partir de ahora domina la oposición. Un reciente fallo judicial impidió de momento la proclamación de tres opositores y un oficialista del Estado Amazonas, acusados por el chavismo de supuestas irregularidades en el voto. La comisión que instaló el Parlamento, presidido por un legislador chavista, rechazó las credenciales y juramentación de esos 4 diputados, electos el 6 de diciembre, lo que dejaría temporalmente a la oposición sin la poderosa mayoría calificada de dos tercios (112).
Golpe contra golpe. En lo que sería una de las primeras batallas en el Congreso y aunque Maduro adelantó que la vetará, la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció ayer que planea aprobar una amnistía para 75 políticos presos, entre ellos el opositor radical Leopoldo López, condenado a casi 14 años de prisión acusado de incitar a la violencia en las protestas en 2014. "En primer lugar una ley de amnistía y reconciliación para que no haya exiliados, ni procesados, ni presos políticos, para que nadie sea preso por pensar diferente en Venezuela", dijo desde la tribuna del hemiciclo Julio Borges, jefe de la fracción de la MUD, al presentar la agenda opositora, tras lo que se retiraron los oficialistas.
La MUD anunció que también ofrecerá, en un máximo seis meses si el oficialismo se resiste a las reformas económicas, una vía "democrática, constitucional, pacífica y electoral", según Ramos Allup, para buscar una salida anticipada del presidente Maduro, elegido por seis años en abril de 2013, tras la muerte de Hugo Chávez. "Ofrecimos que en un lapso de seis meses, contados a partir de la instalación de la Asamblea, propusiéramos un método, un sistema para cambiar el gobierno por vía constitucional. Eso lo haremos", dijo Borges. Maduro advirtió el lunes que los diputados tendrán inmunidad pero no impunidad si "conspiran" con un "golpe parlamentario".
Entre gritos de uno y otro bando, la sesión concluyó con el retiro de los partidarios del gobierno indignados porque sus adversarios presentaron una agenda que incluye amnistía para presos políticos y cambio de gobierno. "La Asamblea puede aprobar las leyes que quiera, pero las refrenda el presidente, y en caso de que haya alguna contradicción el presidente puede vetarla o acudir al TSJ", afirmó Diosdado Cabello, ex presidente de la Asamblea.
El choque de poderes quedó instalado aunque Maduro garantizó la instalación pacífica de lo que llamó el "Parlamento burgués". Un fuerte cordón de seguridad rodea el Legislativo, y a unas calles de distancia, seguidores de uno y otro bando se manifestaban pacíficamente.
Una crisis, dos modelos. De cómo manejen el chavismo su derrota y la oposición su mayoría legislativa y divisiones internas, dependerá la gobernabilidad y tranquilidad del país, y que la crisis se profundice o empiece a resolverse en 2016, según el economista Luis Vicente León. El país con las mayores reservas petroleras del mundo sufre el desplome de los precios del crudo -fuente del 96 por ciento de sus divisas- un déficit fiscal de 20 por ciento del PIB, 200 por ciento de inflación, severa escasez de alimentos y una contracción económica del 6 por ciento en 2015, según cálculos privados.
Agotados de las colas para comprar comida y la inseguridad rampante, los venezolanos están a la expectativa, algunos esperanzados, pero otros pesimistas dada la confrontación vista estas semanas.