Londres. — Cuando la "dama de hierro" asumió el gobierno del Reino Unido
hace 30 años, su paciente estaba en grave estado. El 3 de mayo de 1979, Margaret Thatcher venció
con los conservadores en las urnas. Desde entonces cambió por completo el país. El reino —en
aquel momento el "enfermo de Europa"— se convirtió en el país del boom y "Maggie" en ícono.
Sin embargo, ahora el paciente nuevamente está en cuidados intensivos. Y la herencia de la mujer,
que una vez sacó al país de la crisis, es cuestionada cada vez más. Mientras tanto, los tories y su
jefe David Cameron buscan una nueva identidad.
De hecho el panorama era desolador cuando los conservadores
echaron del gobierno a los laboristas, que tendrían que pasar casi 20 años en la oposición hasta
1997. Había montañas de deudas, inflación alta, desempleo, huelgas masivas y caos. Se precisaba un
cambio radical para combatir la "enfermedad británica": Menos intervención estatal, menos
subvenciones, menos impuestos y sobre todo menos poder sindical.
La receta. Privatización y liberalización fueron el lema de la era Thatcher, que
también halló seguidores más allá de las fronteras de su país tras su salida en 1990. Sin embargo,
la cura también tuvo efectos colaterales, y no sólo la frialdad social, que hasta hoy está ligada
indisolublemente con el "thatcherismo". Lo que impulsó Thatcher a mediados de los 80 con el así
llamado "Big Bang" —la liberalización del sector financiero— se convirtió 30 años
después en su perdición. Hoy, tras el colapso del sector bancario, Gran Bretaña vive la peor
recesión desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, está endeudada por varias generaciones y busca
el cambio. Thatcher, de 83 años, que hoy sufre demencia senil, es escasamente citada como
referente. El entusiasmo por el libre mercado, encarnado por "Maggie", se desinfló. Y aquello que
Thatcher combatió (nacionalizaciones, alza de impuestos), está nuevamente de moda.
¿Pero quién salvará al país? Nadie mira al premier Gordon Brown y al
gobierno laborista. Brown es despedazado desde hace meses. En los sondeos, los laboristas están dos
dígitos detrás de los conservadores y su jefe Cameron. "Una victoria torie es más que probable",
dice el analista Roland Sturm. Sin embargo, es improbable que en un mundo globalizado Cameron
imponga un cambio de paradigma, como lo hizo Thatcher. Al final, los tories no necesitan un "plan
de rescate", ya que, según Sturm, "la elección, igual que hace 30 años, será sobre todo un protesta
contra los laboristas", y no una merecida victoria de los conservadores. l