La Habana.— La disidencia cubana presentaba ayer distintas versiones sobre
la interpretación del nuevo gobierno de la isla, por primera vez sin Fidel Castro al frente, con
opiniones que varían desde un "todo sigue igual" a un "cauto optimismo" sobre las posibilidades de
cambios.
Para Martha Beatriz Roque, portavoz de la Asamblea para
Promover la Sociedad Civil, la situación está clara: "Es más de lo mismo, todo sigue igual", afirmó
después de que se conociera el nuevo Consejo de Estado donde, junto a Raúl Castro, hay una amplia
representación de la "vieja guardia" de la revolución cubana, sobre todo el primer vicepresidente,
José Ramón Machado Ventura, considerado un "duro" del Partido Comunista.
"Lo único que han hecho es dar un poco de oficialidad a la
situación, pero las decisiones las va a seguir tomando Fidel Castro", aseguró en referencia al
anuncio de su hermano Raúl de que seguirá "consultando" al convaleciente líder. En la misma línea
opinó Vladimiro Roca. "Significa más de lo mismo, más inmovilismo y más represión", repuso
rotundo.
Sin embargo, desde sectores más moderados de la disidencia,
se sigue insistiendo en un "cauto" o "ligero" optimismo. Para el economista disidente Oscar
Espinosa Chepe, más allá de que en la nueva cúpula del Estado figuren miembros de la línea más
"ortodoxa", lo importante es que "Raúl ya se consolidó como jefe de Estado". Nombramientos como el
de Machado Ventura no lo sorprendieron demasiado. "La gente olvida que es un viejo colaborador de
Raúl, y va a hacer lo que él le diga", recalcó.
Un país destruido. "Es evidente que Raúl está buscando colaboradores estrechos
para acometer una tarea fuerte, porque recibe un país destruido", señaló el opositor, uno de los
disidentes encarcelados en marzo de 2003.
Espinosa aclaró que "nadie puede creer que Raúl va a hacer
reformas políticas sustanciales". Sin embargo se mostró optimista de cara a pequeños cambios como
"viajar, tener acceso a Internet o el fin de las discriminaciones a cubanos en los hoteles", que
"den un poco más de libertad" en la vida cotidiana de la gente.
En su opinión, "a Raúl Castro le han dado una bomba, un
negocio quebrado, y las reformas no son cuestión de que quiera o no, sino de que no tiene más
remedio", aseguró.
También el socialdemócrata Manuel Cuesta Morúa dijo
mantener un "optimismo ligero". A su juicio, si bien la instauración de la "vieja guardia" en la
cúpula estatal "va a hacer un poco más difícil el proceso de reformas", también "hay un consenso de
que todo el mundo está por el cambio en Cuba, conservadores y no tan conservadores, y el cambio ya
tiene legitimidad institucional", afirmó.
En el mismo sentido interpretó las "consultas" a Fidel
Castro. "La única manera que tiene (Raúl) de legitimar los cambios es reconociéndole a Fidel su
lugar en el proceso. Raúl está obligado a hacer una concesión retórica y política para encontrar la
menor resistencia posible a los cambios", señaló.
"Fidel está muerto". Por su parte, el ex comandante de la revolución cubana Huber
Matos, convertido en un ferviente crítico del régimen castrista, aportó una visión diferente.
Matos consideró que Fidel Castro está "muerto" desde el
punto de vista político y que Raúl Castro gobernará sin tenerlo en cuenta. "Raúl ha puesto de
segundo al mando a su hombre de confianza, al doctor Machado Ventura, que es de línea dura, que no
tiene muchas simpatías, pero es el hombre de Raúl Castro. Yo creo que Fidel hubiera querido que
pusiera a (el reformista) Carlos Lage de segundo", afirmó.
"Mi opinión es que Fidel está tan dañado mentalmente que ya
el propio Raúl ha dicho: «No, con Fidel ya no se puede contar. Vamos a decirle al público que se
van a tener en cuenta las sugerencias de Fidel, pero eso es mentira». Raúl hoy es el que manda",
manifestó.