Pekín. — Cuando los maratonistas olímpicos pasen por el histórico vecindario
de Qianmen en Pekín en agosto, las fachadas de ladrillos grises con aleros curvos de color rojo y
oro sólo se verán como si fueran obra de la arquitectura china tradicional.
La principal zona comercial es reconstruida con edificios de dos y tres pisos
que albergarán marcas comerciales conocidas desde Prada hasta Starbucks. En las callejuelas
estrechas al este, más de 10.000 familias han sido desplazadas de sus casas bajas con patio
interior, símbolo de la vieja Pekín, para dar lugar a residencias más costosas, restaurantes finos
y un hotel boutique.
Dinastía Ming. El programa de desarrollo, que abarca una superficie de unas 17
cuadras de largo por seis de ancho, producirá cambios radicales en un barrio cercano a la antigua
ciudad imperial y la plaza Tiananmen, que data de más de cuatro siglos, en tiempos de la dinastía
Ming. Recibe su nombre del imponente portón —Qianmen significa "portón frontal"— que
fue en algún momento una entrada a la ciudad.
"Tengo un dicho: la Pekín antigua no es sólo para el pueblo chino sino para todo
el mundo", dice Zhao Gengjun, de 50 años, cuya familia fue desalojada después de haber vivido en la
misma casa durante cinco generaciones. "Pero quieren demolerlo y construir simulacros de casas
después que se haya ido toda la gente común".
No se suponía que fuese así. Alarmada por la destrucción de la antigua Pekín, la
municipalidad accedió en 2002 a preservar 25 áreas históricas, incluyendo parte de Qianmen. Ese
mismo año, el gobierno nacional prometió en un "Plan de Acción Olímpica" para Pekín, que prestaría
"especial atención" a la conservación edilicia.
Pero la destrucción ha continuado —y se ha acelerado, en algunos
casos— en medio de un auge de la construcción que está transformando la ciudad. Los
promotores inmobiliarios y los gobiernos locales que controlan los permisos se benefician con ese
auge, y sus enormes intereses han prevalecido. Los Juegos Olímpicos alimentan esta tendencia, a
medida que el mismo gobierno ha inyectado 40.000 millones de dólares para la remodelación de la
ciudad .
Adiós a los "hutongs". Actualmente quedan apenas unos mil "hutongs" —las
famosas callejuelas antiguas de Pekín—, una tercera parte de las que había en 1950. Qianmen
era una zona vibrante en la época imperial, con prostíbulos, fumaderos de opio y comercios que
ofrecían curas médicas, obras de caligrafía y de seda.
Ahora el gobierno en el distrito Chongwen de la capital, que incluye a Qianmen,
está remodelando el área con la ayuda de Pan Shiyi, el fundador de Soho China, uno de los
promotores inmobiliarios más exitosos del país. Soho planea controlar el 49 por ciento del proyecto
y adquirir los derechos de promoción urbana.
Sun Yunyu, de 55 años, ex residente de Qianmen, recuerda cuando jugaba de niña
entre los viejos muros de la ciudad y cuando nadaba junto a sus amiguitos escolares en un arroyo
que serpenteaba entre las callejuelas. Los muros de la ciudad fueron derribados, en un intento por
industrializar la ciudad que comenzó a fines de la década del 50.
Sun dice que la policía la desalojó de su casa. Ahora, la que fue su casa está
semidemolida detrás de una cerca metálica erigida en torno a un área de construcción.
"Se protege la cultura china cuando uno puede cuidar de su propia casa y pasarla
de generación en generación", protesta Sun. "Así fue como hemos educado a nuestros hijos, pero las
cosas se han encaminado en forma diferente".
Xie Chensheng, presidente honorario de la Asociación de Reliquias Culturales
Chinas, un organismo dominado por gobierno, defiende el proyecto. Dice que ayudó a persuadir a las
autoridades de Chongwen a que abandonaran su plan de construcciones modernas y que en cambio
reconstruyeran la zona en el estilo tradicional.
El proyecto de Qianmen preservará apenas un 3 por ciento de la zona de
desarrollo de 360.000 metros cuadrados, según documentos de Soho presentados el año pasado para
cotizar públicamente en la Bolsa de Hong Kong.
Casas con patio. Los planes disponen la preservación de once edificios
históricos, aunque no está claro cuáles quedarán. Muchas de las antiguas casas de un piso
construidas en torno de patios serán "vaciadas". Algunas serán reconstruidas con baños modernos.
Otras darán paso a nuevos edificios que podrían retener algunos "toques" tradicionales.
Por todo esto, los conservacionistas dicen que las autoridades están destruyendo
el espíritu de Qianmen.
El gobierno del distrito hizo una interpretación sumamente selectiva del acuerdo
de preservación de 2002, escogiendo unos pocos sitios para preservación, dice He Shuzhong, fundador
del Centro de Protección de la Tradición Cultural de Pekín. "A muchos funcionarios realmente no les
interesa preservar la vieja Pekín. No la comprenden, la consideran subdesarrollada", lamenta.
Las autoridades de Chongwen se negaron a hcer comentarios. Wang Chunlei, una
portavoz de Soho, el promotor inmobiliario, se limitó a decir que la conservación era
responsabilidad del gobierno distrital.
Rolex y Prada. La principal calle comercial de Qianmen, por la que pasarán los
corredores del maratón olímpico, es reconstruida como una vía peatonal de 845 metros con faroles
callejeros dorados en forma de jaulas. Rolex, Prada, Starbucks, Nike, Adidas y Apple están entre
las 20 marcas extranjeras que tendrán locales en ella, según versiones de prensa chinas.
El gobierno dijo que los residentes podrán quedarse si pagan por el costo de la
remodelación, pero esta oferta no se formuló hasta fines del año pasado —después que muchos
habían sido desalojados— y pocos la han aceptado. Los ex residentes dijeron haber recibido
8.020 yuanes (unos 1.000 dólares) por metro cuadrado, una quinta parte de lo que se anticipa los
promotores urbanos cobrarán por reconstruir las casas en "estilo antiguo". De todos modos, esa suma
fue suficiente para que la mayoría de los desalojados se mudara a suburbios de Pekín donde la
vivienda es más barata.