La ejecución el jueves de Jang Song-thaek, el hasta hace poco influyente tío del líder norcoreano Kim Jong-un, apenas tres días después de que fuera confirmada su condena, volvió a poner de manifiesto el poder absoluto y el reinado de terror que ejerce la dinastía Kim desde hace tres generaciones. Jang, de 67 años, fue un hombre muy cercano a Kim Jong-il —padre de Kim Jong-un— y era considerado hasta hace poco la segunda persona más poderosa del país y mentor del joven líder desde que este accedió al trono comunista de Pyongyang tras la muerte de su padre por un infarto en diciembre de 2011. Todavía están frescas en la memoria las imágenes de un Jang hierático caminando detrás del joven Kim junto al coche que paseó el ataúd con el cadáver de su padre por el centro de Pyongyang en los funerales del llamado «querido líder». Kim Jong-un y Jang parecían unidos en aquel cortejo fúnebre, en el que las muestras de dolor de la muchedumbre, mezcla de pena sincera, tensión emocional y actos plañideros, sorprendieron al mundo.




























